Etiqueta: Pendientes

  • No sé cómo no hacer nada

    Hoy me di cuenta –y no entiendo cómo me llevó tanto tiempo– que no sé cómo no hacer nada. Nada de nada. No tener un plan, o una tarea, o un pendiente, sino simplemente ser, estar.

    Para mí, este es mi estado natural. Teniendo un trabajo de tiempo completo y dos blogs que atender, no hay tiempo en mi vida en el cual no debería estar haciendo «algo». Sobre todo cuando mis proyectos personales son tan importantes para mí, y no es una autoridad externa la que me dice que tengo que hacerlo, sino que yo misma siento esa responsabilidad.

    Ahora bien, para mí, pasar todo mi tiempo consciente haciendo cosas es insostenible, y en la teoría defiendo que me tengo que dar espacios para no hacer nada.

    El tema es que no sé cómo.

    Hoy sábado quería descansar y en cambio me sentía inquieta. Tenía que, por lo menos, estar jugando una partida de Sudoku, leyendo algo de mi lista de Pocket, o poniéndome al día con Doctor Who. Eso es lo más cercano a no hacer nada que puedo hacer.

    Pero suena demasiado a una lista de pendientes, o de «tareas optativas», ¿no?

    En realidad, hay una sola cosa más que hago que se parece a no hacer nada, y es meditar. Pero claro, me cuesta muchísimo. Imagínense estar en una cabeza como la que les estoy describiendo, y obligarla a estar en blanco durante 15 minutos. La mayoría de las veces es misión imposible.

    ¿Cómo hacen ustedes? ¿Alguno de los que me lee ha podido dominar el arte de no hacer nada sin sentirse culpable? ¿Sin estar pensando que hay otras diez millones de cosas que deberían ser atentidas?

    Estoy bastante confundida en ese sentido, y me vendría bien saber si a alguien más le pasa, y cómo lo abordan.

  • Asuntos pendientes

    En otra edición de conociendo a Ceci y dándonos cuenta que es «especial»: Si hay algo que me perturba en esta vida, son los asuntos pendientes. Las cosas por hacer, por decir, por resolver.

    Para mí, los asuntos pendientes son como pesas de muchos kilos, toneladas a veces, que se alojan en mi mente y no me dejan en paz. Algunas más grandes, otras más chicas, pero siempre ahí, recordándome que hay algo sin resolver.

    Los asuntos pendientes en mi vida vienen de todas las formas y colores, y es mucho más el peso que tienen en mi mente, que en la vida real. Pueden ser llamadas que no hice, una tesina, una charla, comer más sano o ir a ver el reestreno de una película que me perdí la primera vez. No todas son cosas malas, de hecho la mayoría son completamente inocuas, pero el hecho de que estén pendientes por hacer me vuelve loca.

    De la misma forma, una de las cosas que más placer me produce es tachar ítems de mi lista de pendientes. Un trabajo entregado, un pago cobrado, una llamada hecha, un libro leído. Cada pendiente completado es un peso menos, me hace sentir físicamente más liviana, y la sensación puede durarme por días.

    En estos días me saqué de encima un par de pendientes de los pesados, aunque me quedan unos cuantos más en la lista. Lista que nunca está vacía, por cierto, porque sale uno, y entra otro.

    De todas formas, la perturbación que me cusan los pendientes en mi mente tienen su contraparte gataflorezca: cuando pienso en no tener absolutamente nada más que hacer, no es felicidad lo que me imagino, sino alivio pero algo de ansiedad también.

    Al fin y al cabo, no comparto eso de que la mente busca la homeostasis, sino que todos necesitamos el grado justo de excitación y estimulación.

    PD: Cada vez que pienso en la frase «asuntos pendientes» me acuerdo de la película de Casper.