Etiqueta: Cecilia

  • Mi balance de 2010

    Puedo decir sin temor a exagerar que 2010 fue el año más intenso de mi vida. Me pasaron tantas cosas buenas y malas que cuando las recuerdo siento que tuvieron lugar durante al menos 5 años, y me cuesta entender que pasó todo en el mismo período de 12 meses.

    Para empezar, mi comienzo de año fue fabuloso, en Las Vegas con el CES y luego de vacaciones en Los Angeles, donde conocí muchos lugares con los que siempre había soñado. Pero cuando volví a aterrizar en Buenos Aires, las cosas se fueron poniendo más y más difíciles.

    Es así como mi 2010 se dividió en dos mitades muy claras. La primera fue triste, pesada, oscura, llena de dolores y lágrimas.

    En un período de menos de dos meses tuve que hacer 3 duelos que aún hoy me hacen llorar cuando me toman desprevenida.

    El primer golpe llegó con la muerte de mi tía Juani, a quien se la llevó un ACV. No fue traumático y agradezco que para ella haya sido rápido y sin sufrimiento. Ya era grande y después de una vida en la que la peleó como pocos, llegó su momento de descansar en paz. Sin embargo, nunca había sentido de grande el dolor de perder a alguien que te haya amado en una forma tan incondicional. El vacío que dejó en mi vida y la de toda mi familia va a ser imposible de llenar, y las lágrimas que derramamos al recordarla en la cena de Navidad no son más que el signo de todo el amor que le tuvimos, y que ella nos dio. Hoy, solo quiero estar agradecida por haber tenido la gran suerte de ser su sobrina.

    (más…)

  • Lo que aprendí en 2010

    Este año fue uno de muchísimo aprendizaje para mí, en muchos niveles diferentes.

    Aprendí que el poder del perdón es fuerte, y que depende solo de uno mismo si así lo queremos. Que compararte compulsivamente te envenena el alma, pero darte cuenta de eso te libera. Que se puede vencer el miedo, incluso el que te acompaña desde hace años. Y que en momentos de crisis hay que decirle NO al drama.

    Seguí sosteniendo que hay cosas que no tenemos que confundir, que no todo tiempo pasado fue mejor y que hay algo que distingue siempre a las grandes mentes. Me miré hacia el pasado y sonreí diciéndome que está todo bien.

    Descubrí que aunque haya problemas de fondo y que los asuntos pendientes a veces te perturben, no hay que perder la esperanza, porque la vida te puede cambiar radicalmente en dos semanas, que no hay que bajar los brazos y tratar de ser siempre la mejor versión de uno mismo (incluso los días en los que terminé agotada).

    Como soy bastante obsesiva, valoré más que nunca el valor de la rutina. Y cuestioné los conceptos de belleza, cómo veo a las personas por default, y hasta cómo suelo favorecer a mis amigos.

    2010 ha sido un año increíblemente intenso, pero este no es mi balance. Mi balance está aún por venir.

    ¿Qué aprendieron ustedes este año?

  • Por qué quiero ayudar a Tina: mi historia personal

    Quizás me hayan visto estas últimas semanas pidiéndoles que voten a una tal Tina Su con una votación para ser la «Happiness Blogger» de una marca en Estados Unidos. Me parece que corresponde explicarles la razón, ya que tan amablemente le han dado sus votos (confiando en mí, que les agradezco infinitamente).

    Tina es la dueña de Think Simple Now, un blog sobre desarrollo personal. Para mi, diciembre de 2008 y enero de 2009 fueron meses terriblemente difíciles. Dificultades familiares, financieras y amorosas me dejaron devastada, llorando en la cama por días, trabajando en un Call Center en el cual todo me recordaba a la relación que acababa de terminar y donde no era feliz, y tratando de encontrar una razón para levantarme día a día. Cuando pienso en esos meses todavía se me comprime el corazón y pienso que fui muy fuerte para poder superarlo (aunque claro, eso me llevó mucho más tiempo, hasta hace un par de meses atrás).

    Durante esas épocas difíciles, fueron los posts de Tina los que me ayudaron a no perder mi eje. Yo soy una persona bastante centrada y trato de permanecer siempre positiva, pero cuando las circunstancias son adversas, no es tan fácil.

    Lo que me ayudó de esos posts sobre desarrollo personal es que cada uno se acompañaba de una historia, de un contexto. No era simplemente «pensá en positivo y te va a ir bien», eran las palabras de alguien que también la pasó mal en muchos momentos, y que tuvo su propia lucha para poder convertirse en alguien que pueda transmitir algo a alguien. En mi caso, me transmitió paz, esperanza y serenidad. Me alentó a agradecer por las pequeñas cosas (incluso cuando las grandes estén mal), a conservar la calma, a sentir que aunque las aguas estén turbulentas, la tormenta iba a parar en algún momento.

    Eventualmente la tormenta paró, y después de mucho crecimiento personal y muchos meses de dolor, prueba y error hasta haber vuelto a hallar mi camino, recuerdo con mucho cariño las páginas que me acompañaron cuando sentía que no podía ni levantarme de la cama.

    Así que por eso, porque ella sin saberlo me ayudó muchísimo, hoy se lo quiero devolver. Yo la voto todos los días porque sé que si hay alguien que puede bloggear sobre la felicidad, es ella. Y si ustedes también quieren poner su granito de arena, entonces seremos muchos los que propaguemos la buena onda :)

  • Asuntos pendientes

    En otra edición de conociendo a Ceci y dándonos cuenta que es «especial»: Si hay algo que me perturba en esta vida, son los asuntos pendientes. Las cosas por hacer, por decir, por resolver.

    Para mí, los asuntos pendientes son como pesas de muchos kilos, toneladas a veces, que se alojan en mi mente y no me dejan en paz. Algunas más grandes, otras más chicas, pero siempre ahí, recordándome que hay algo sin resolver.

    Los asuntos pendientes en mi vida vienen de todas las formas y colores, y es mucho más el peso que tienen en mi mente, que en la vida real. Pueden ser llamadas que no hice, una tesina, una charla, comer más sano o ir a ver el reestreno de una película que me perdí la primera vez. No todas son cosas malas, de hecho la mayoría son completamente inocuas, pero el hecho de que estén pendientes por hacer me vuelve loca.

    De la misma forma, una de las cosas que más placer me produce es tachar ítems de mi lista de pendientes. Un trabajo entregado, un pago cobrado, una llamada hecha, un libro leído. Cada pendiente completado es un peso menos, me hace sentir físicamente más liviana, y la sensación puede durarme por días.

    En estos días me saqué de encima un par de pendientes de los pesados, aunque me quedan unos cuantos más en la lista. Lista que nunca está vacía, por cierto, porque sale uno, y entra otro.

    De todas formas, la perturbación que me cusan los pendientes en mi mente tienen su contraparte gataflorezca: cuando pienso en no tener absolutamente nada más que hacer, no es felicidad lo que me imagino, sino alivio pero algo de ansiedad también.

    Al fin y al cabo, no comparto eso de que la mente busca la homeostasis, sino que todos necesitamos el grado justo de excitación y estimulación.

    PD: Cada vez que pienso en la frase «asuntos pendientes» me acuerdo de la película de Casper.

  • Está todo bien, nena

    Una noche de noviembre, en la esquina que ven en la foto (Honduras y Juan B. Justo), me rompieron el corazón por primera vez en mi vida. Tenía 17 años y, por supuesto, sentía que el mundo se iba a acabar.

    Claro que en vez de acabarse, el mundo se hizo inmenso, yo me hice más fuerte, viví cosas mejores, me mandé algunas cagadas, y muchos años (y muchas lágrimas, y muchas risas) después, me encontré caminando nuevamente por allí, de noche –hace algunas semanas con una amiga.

    Me imaginaba entonces que las líneas de tiempo se superponen. Me imaginaba que mientras Ceci de 17 años lloraba sentada en el macetero de una estación de servicio, Ceci de 25 la mira desde la esquina de enfrente. Y con una sonrisa cómplice le dice «No te preocupes, nena, está todo bien».