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  • La belleza irreal

    El tema de los estándares de belleza es tan amplio que me sería imposible abordarlo en un solo post. Pero voy a hacer el intento de contarles algo que vengo pensando hace mucho tiempo, y ser concisa, para que me puedan leer hasta el final.

    Y lo que venía pensando es cómo nos enferman los «modelos» de belleza actuales. Nos enferman mucho, por muchos motivos, pero sobre todo por uno: no son reales. Y no me refiero a que «no son posibles para el 90% de las chicas». Me refiero a que no existen en la vida real.

    Cuando vemos a una hermosa modelo en una revista, o en la tele, o en los afiches de la calle, a la mayoría de nosotras (y supongo que a los hombres le debe pasar similar con sus contrapartes masculinas) se nos hace un pequeño vacío en el estómago, sabiendo que nunca seremos como ellas. Nuestros dientes no están tan derechos, ni nuestra piel tan lisa, nuestras lolas no tienen el tamaño adecuado, no somos ni tan flacas, ni tan altas, y la piel firma no la vemos así en el espejo desde los 11 años. Todos conocemos la sensación.

    Pero lo que nos solemos olvidar es que esas modelos tampoco van a llegar a ser así, nunca. No son una imagen real. Detrás de esas mujeres, hermosas como son, hay luz, maquillaje, producción, Photoshop y un sinfín de retoques que dejan un resultado final a veces muy diferente de lo inicial. No me refiero a la inocente coquetería de borrar una arruga o disimular un rollito. Me refiero a un cambio fuerte:

    Lo terrible del caso es que esas mujeres son hermosas de por sí, como lo somos casi todas de algún modo. Pero la maquinaria ¿publicitaria? ¿capitalista? hace que terminemos adorando figuras artificiales que jamás llegaremos a ser porque, simplemente, no existen. Creo que un buen ejemplo es lo que pasó con Katy Perry:



    Katy Perry
    es una chica increíblemente linda, con una cara angelical y un cuerpazo envidiable. Y aún así, para salir en la tapa de Rolling Stone la tuvieron que «refinar» aún más. El resultado final es bonito, claro, pero es absolutamente ficticio. Ni siquiera la misma Katy Perry luce como su alter-ego en la revista. Algo muy parecido vi hace poco con Jessica Alba, otra diosa, y con otra actriz cuyo nombre no recuerdo, pero que también es muy bonita. Y si eso le pasa a ellas, ¿qué nos queda al resto de las «mortales»?

    Y a esto se le suma una postura muy hipócrita por parte de muchos, que quizás estén de acuerdo con lo que digo ahí arriba, pero cuando una chica «normal» se anima a sacarse fotos o vestirse de alguna manera sin ser «perfecta», la critiquen por gorda, fea, etc.

    Construir una imagen más real de la belleza es tarea de todos. Empezar a amar nuestra panza no tan firme, los pocitos en las piernas, los pectorales que no se marcan como quisieran. No dejarnos estar, mimarnos, cuidarnos, estar sanos, es todo parte de amarnos como somos. Aunque para mí la verdadera belleza es interior, es cierto que el cuerpo es nuestro vehículo y hay que cuidarlo mucho. Pero parte de cuidarlo, es no angustiarlo pidiéndole que sea algo que no existe en esta vida.

  • Eventualmente, lo olvidas

    Eventualmente, lo olvidas todo. Primero olvidas todo lo que aprendiste –las fechas de las guerras y el Teorema de Pitágoras. Especialmente te olvidas todo lo que realmente no aprendiste, sino que memorizaste la noche anterior. Te olvidas de los nombres de todos menos uno o dos de tus profesores favoritos, y eventualmente te olvidas de esos, también.

    Te olvidas los horarios de tus primeras clases y dónde te sentabas y el número de teléfono de la casa de tu mejor amigo y la letra de esa canción que habrás escuchado un millón de veces.

    Y eventualmente, pero despacio, te olvidas de tus humillaciones –incluso aquellas que te parecían imborrables, se desvanecen. Te olvidas quiénes eran cool y quiénes no, quién era lindo, inteligente, atlético, y quién no. Quién fue a la Universidad. Quién hacía las mejores fiestas. Quién tenía más amigos. Te olvidas de todos ellos.

    Incluso de quienes decías que amabas, y aquellos a quienes amaste de verdad. Ellos son los últimos en irse.

    Y ahí, una vez que olvidaste lo suficiente, amas a alguien más.