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Políticas públicas de salud mental

Del tema del apartamiento y la marginación en los ’50, se pasa a un movimiento de mayor apertura con el Estado Benefactor.

En él, individuo = ciudadano; el Estado se hace cargo de la cobertura de los "riesgos de la existencia" (seguro, salud, educación…), con igualdad para todos, y tanto de individuos como públicos.

Así como en caso de guerra se les pedía que den la vida, el estado los ayudaba a vivir lo mejor posible.

· Se critica a la institución manicomial, con el progresivo cierre de las mismas, y apertura de otro tipo de instituciones.

· Se amplía el espectro de profesionales de la salud mental (por ejemplo, nace la carrera de Psicología).

· Aparecen otros tipos de abordaje.

· Se replantea el sujeto de atención.

· El lazo social se vuelve más humano, y cuestiona el poder y los métodos de la psiquiatría clásica.

· Se incluye familia y comunidad.

Pero luego, con las políticas neoliberales y neoconservadoras el Estado se va retirando de esa protección, a través de la privatización de aquellos riesgos. La gente debe hacerse cargo nuevamente.

Pasa a ser un estado economicista, donde individuo = consumidor. La salud física y mental pasan a ser bienes de consumo.

Hay cambios profundos en el concepto de lo público. La vida vuelve a ser un bien privado. Esto afecta a los dispositivos de atención médica y mental, y a las prácticas.

En Europa quedó conservado, la salud social funciona. En Estados Unidos y sus orbitales, eligen la privatización en mayor o menor medida.

Esto pasa poco a poco, y llegando a los 80 en Argentina… Si bien se privatiza, el Estado retiene para sí la atención de los individuos con menores ingresos, y algunos mecanismos de control (como las epidemias).

Los riesgos de la salud se dividían en:

  • Previsiones familiares para la salud
  • Sociedades de socorro mutuo
  • Obras sociales sindicales sin fines de lucro
  • Empresas privadas de seguros (al principio pequeñas, con un sector pequeño de la población, los autónomos).

Durante un tiempo hubo un equilibrio entre el estado, las obras sociales y mutuales, y lo privado.

Luego el Estado se va retirando, y esto restringe las posibilidades y el equipamiento del Estado, y eso, el rango que gente que puede gozar estos beneficios.

La salud mental queda restringida nuevamente a la medicación.

Y el espacio vacío lo cubren las obras sociales y las empresas privadas que van creciendo (y en ellas se da el mayor crecimiento). Hay un modelo claramente empresarial en la salud.

Se va destruyendo el principio de la universalidad de los ciudadanos en salud.

Consecuencias

El saber del médico se trastoca en el saber de la empresa. El poder de decisión para por la empresa, y todo esto avala e impone prácticas más funcionales a los intereses de la misma.

La salud mental tiene costos muy inciertos para la aseguradora: cronicidad de las patologías graves y borrosidad de los tiempos de tratamiento en patologías breves.

Se busca delimitarla dentro de una ganancia empresarial, con criterios de eficacia, economía, y rapidez de resultados.

Algunas psicoterapias se adaptaron con facilidad, pero ninguna debería transar con el mercado, por una responsabilidad ética. El DSM-IV responde a la necesidad de auditoría y control. Se pierde la subjetividad.

Los grupos terapéuticos son conforman por interés económico, y alimentan la ilusión negativa de que solo me pueden entender los que pasan por la misma que yo, acentuando la discriminación.

El hospital público era un lugar de prestigio, pero ya no. Hay un Estado ausente, condiciones rígidas, a los profesionales se les paga por prestación- estamos acorralados.

Y los pacientes tienen necesidades cada vez más complejas y críticas, pero no se puede elegir al profesional ni al método terapéutico.

En este ambiente la promoción de salud prácticamente no existe.

Con la privatización, las obras sociales y las prepagas, se facilita las ideas biologicistas de las enfermedades mentales, y justificar la medicación. Y eso pone causa y responsabilidad afuera. Se prescinde de la comunidad, que si bien puede causar síntomas, también puede reparar.

La pastilla ahoga la palabra.