Categoría: Viajes

  • Recuerdos de la primera vez que viajé a New York: ciudad de a cuentagotas

    Como les conté, el viernes salgo a la ciudad que nunca duerme en una nueva aventura. Y esto me trae recuerdos de la primera vez que estuve en esa maravillosa ciudad, y lo poco que la pude conocer.

    Tenía 17 años recién cumplidos, y estaba en New York en la segunda parte del programa GYLC. Pocos días, hospedados en el campus de NYU, aprendiendo sobre liderazgo y cultura global. Una experiencia de la san hostia en la que aprendí mucho y conocí a gente maravillosa de todos los rincones del mundo.

    No pude conocer mucho de la ciudad. Nuestros días estaban repletos de actividades desde la madrugada hasta la noche. Pero todo me parecía enorme. Esto es lo que recuerdo:

    Una hora en Times Square para comer algo, escapar de la lluvia, y cuya mitad usé para jugar a la última versión de Dance Dance Revolution en un Arcade. Era joven y no entendía nada. Me arrepiento de no haber usado esos minutos para caminar el centro.

    Una visita a Ground Zero. Esto fue en 2002 así que la herida estaba abierta. No me voy a olvidar de las cuadras y cuadras llenas de cartas, flores, osos de peluches, fotos. Todos en honor a las víctimas. El gran hueco en el suelo, los edificios de alrededor aún tapados de negro. Una bandera gigante, y la frase «We’ll never forget». Lloré mucho, y aún hoy pienso en eso y se me pone la piel de gallina.

    Un tour rapidito por Central Park, enterarme que allí estaba Strawberry Fields y sacarme una foto en el mosaico de Imagine.

    GYLC - 02 - 15

    Y una noche de fiesta en un barco, viendo el Skyline nocturno y la Estatua de la Libertad. Y entender lo que era to get caught between the moon and New York City.

    El resto, todas vistas desde las ventanas del bus o corridas en el campus. Cuánto me quedó por conocer, qué poco tiempo tuve.

    Esta vez va a ser igual. Muy poco tiempo para recorrer, mucho trabajo que hacer. New York es una ciudad que se me da a cuentagotas. Como para que no me embriague de ella, para que siempre quiera más.

    Pero estoy feliz de tener la posibilidad de estas tres gotitas más. Que duren mientras conozco otras partes del mundo, que me dejen satisfecha por un par de años, hasta que algún día decida ir y entregarle el tiempo que tanto dicen que se merece.

  • Next stop: New York

    Nada como empezar un año viajando, y aunque mis añoradas vacaciones recién serán a finales de febrero, tengo la bendición de estar yéndome este viernes a New York para una semana de trabajo que promete ser intensa y emocionante.

    Reuniones, trabajo, eventos, luces, rascacielos, y frío. Mucho. Frío.

    new york

    Todavía no preparé la valija, y para alguien que empieza a guardar cosas 10 días antes, eso es un factor de estrés importante. No sé bien cómo combinar la ropa abrigada y el look profesional. Mi estilo varía entre vestidito de oficina para lo formal, y quince capas de ropa para el frío.

    ¡Recurro a la sabiduría de mis lectoras mujeres para que me aconsejen!

    El tema de conocer la ciudad en los momentos en los que no esté trabajando lo tengo bastante organizado: Tripadvisor y Foursquare son mis mejores aliados. La verdad es que estoy viajando mucho sola últimamente y con esas dos apps me muevo como si estuviese en mi propia ciudad.

    Prometo sacar fotos, filmar todo lo que pueda, y volver a Buenos Aires con ganas de volver a New York.

  • La odisea de la vuelta a casa, también por United

    Nota: este post lo escribí hace como un mes, para publicarlo después de los otros dos en los que contaba mi experiencia viajando con United Airlines a Miami, pero me olvidé. Se los dejo ahora por si les sirve para planificar las vacaciones :)

    Esta semana Hace alrededor de un mes les conté las lindas experiencias que tuve en Economy Plus y en Business First de United. Pero, desafortunadamente los romances se terminan, y para la vuelta a casa me encontré con el lado conflictivo de la aerolínea: cambio de aviones, chequeos de motores, y que no sirva de nada mi reserva online.

    Vayamos por partes, como decía Jack.

    Llegué al aeropuerto de Miami, me tuve que cambiar en el baño para pasar de pantalón y tacos, a calzas y zapatillas, y me fui a hacer el check in. Para mi sorpresa, al hacerlo, mi reserva de Economy Plus en ventanilla había desaparecido, y había pasado a estar ubicada varias filas más atrás, en la columna del medio, en el asiento del medio.

    Con cara de pánico le digo al señor del mostrador que yo había pagado especialmente para tener el asiento en ventanilla, y él me explicó que «algo» había pasado, que los asientos habían sido reasignados, y que era imposible volver a moverlos ya que el vuelo (como pude comprobar más tarde) estaba completamente lleno.

    Después de remarcarle que yo había pagada de más por ese asiento, amablemente me hizo un reintegro del dinero, sin que tenga que exigírselo ni reclamarlo. Eso es algo para destacar. Y me dijo que cuando llegue a Houston pregunte de nuevo, por si había alguna cancelación de último momento.

    El tramo Miami-Houston sí lo pude hacer en Economy Plus y fue muy bueno, particularmente porque el avión iba bastante vacío, así que me ubiqué en una filita de 3 solo para mí, me estiré, y me pasé el par de horitas mirando Brave en mi tablet. Con lágrimas y todo, por supuesto.

    Lo único es que, al igual que en los dos tramos de ida, me morí bastante de frío, razón por la cual decidí comprarme un buzo en IAH para no tener que pasar las 10 horas a Buenos Aires tiritando.

    Cuando llegué al gate para el vuelo final, vi a muchas personas haciendo fila para charlar con las mujeres de los mostradores, el mismo plan que tenía yo para ver si podía recuperar la ventanilla.

    No tardé en enterarme que el problema fue que decidieron usar otra aeronave, más chica, y que por lo tanto todos los asientos se habían re-asignado. Y eso que yo viajaba sola, parejas y familias también fueron reasignadas, y quedaron esparcidos por todo el avión.

    Para abordar hice bastante rápido, y con resignación me ubiqué en mi asiento del medio en el medio, mientras veía el doble circo que se iba armando a medida que subía la gente: todos hablando entre sí para cambiarse los lugares y lograr unir a las familias, mientras que por el nivel de ocupación del vuelo no había lugar para todos en los compartimentos superiores y se mataban por hacer entrar sus carry-ons. (Nota aparte, las aerolíneas tienen que ponerse firmes con no dejar subir a la gente con más de dos piezas, y no pueden ser las dos valijas.)

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  • El Bus Turístico de Buenos Aires

    La semana pasada me di el gusto y me subí al Bus Turístico de Buenos Aires para recorrer mi querida ciudad como si fuese turista.

    Muchos de ustedes me preguntaron en Twitter qué me pareció el recorrido, así que los invito a leer mi experiencia en este post que escribí en Acceso Directo:

    Recorriendo Buenos Aires con el Bus Turístico (Buenos Aires Bus)

    Buenos Aires Bus Turístico

  • Mi experiencia en First Business de United Airlines

    Como les contaba mientras compartía con ustedes mi experiencia en Economy Plus de United Airlines, mientras estaba haciendo el web checkin, me salió una oferta para upgradearme a «First Business» para el vuelo de Houston a Miami. Y como viajar en la codiciada «primera clase» siempre fue uno de mis sueños (aunque la de cabotaje no se compara con la de vuelos internacionales), decidí aprovechar el precio promocional de $89 dólares.

    (Nota: este fue un viaje de trabajo, pero tanto los upgrades a Economy Plus, como a First Business, me los pagué yo misma.)

    Ya hacía 4 horas y media que estaba haciendo tiempo en Houston, así que la ventaja de abordar con el primer grupo fue más que bienvenida, quería sentarme rápido y de una vez por todas.

    El asiento que elegí fue el 1F, adelante de todo y del lado de la ventanilla. La diferencia del tamaño del asiento se nota de una (entraba yo y cosas a mis costados), así como la calidad de los almohadones y el grado de reclinación del respaldo. Y ni les cuento el espacio para las piernas, podía estirarlas por completo.

    Mientras esperábamos a que todos los pasajeros terminen de abordar, llegó el primer diferencial más allá de los asientos: nos ofrecieron cualquier bebida que queramos para tomar durante la espera. La azafata nos daba charla y estaba mucho más presente que en la cabina de turista. Más que una azafata, parecía una anfitriona.

    Despegamos, y al poco tiempo nos ofrecieron no solo más bebidas sino unos platitos de cerámica con almendras y nueces calientes. Imagínense que para mí, que toda mi vida viajé en turista, tener un platito de cerámica en la mano en el avión me parecía de otro planeta. Sí, me maravillo con las pequeñas cosas, y me encanta que así sea.

    Al poco rato nos dieron un servicio de almuerzo (en resto del avión solo tenía incluidas bebidas), que me sorprendió más todavía, ya que podíamos elegir la comida no entre dos opciones (ya saben, ¿pollo o pasta?), sino que entre una variedad elaborada en un menú.

    Me terminé pidiendo una especie de burrito que me resultó un poco más picante de lo que hubiese deseado, pero que estaba riquísimo, y no dejaba de darme risa tener los platos de cerámica, el vaso de vidrio, y los cubiertos de metal. Viajar en primera significaba dejar atrás todo el folclore del avión al que estoy acostumbrada, y estar por un ratito en una burbuja «mimada».

    El resto del viaje fue más que apacible, sin turbulencia, con bebida cuando quisiera (tampoco tenía tanta sed), y con la azafata que venía, charlaba y hasta hacía unos truquitos de magia para los pasajeros de la fila de al lado.

    Hace tiempo ya que viajo sin iPod ni reproductores musicales en general, y simplemente conecto mis audífonos al outlet del asiento. En este caso, los dejé sintonizados en la estación «pop», más que adecuado teniendo en cuenta que me iba a Miami.

    Dormí un poquito la siesta, leí otro poquito, y antes de darme cuenta nos estábamos preparando para el aterrizaje. En ese momento la azafata vino con unas toallitas húmedas mojadas para que nos refresquemos, y después sí, finalmente bajar a tierra. Literal y figurativamente.

    La frutillita final del postre fue que cuando llegué a buscar mi valija a la cinta, me quedé sentada un rato esperando a que la misma arranque… hasta que me di cuenta que mi valija ya estaba allí, a un costadito, junto al resto de las valijas de First Business, lista para que me la lleve.

    En conclusión creo que está de más decir que me encantó la experiencia y me gustaría poder viajar así siempre. Ahora bien, si no la hubiese encontrado a $89, y en cambio hubiese tenido que desembolsar los $260 que sale el upgrade a primera en ese vuelo, no sé si valdría la pena, sobre todo porque son pocas horas de vuelo.

    Quizás sí se justificaría más si del avión hubiese tenido que ir directamente a trabajar (como suele pasar), y en ese caso las dos horitas en primera contrarrestan un poco los efectos de las 10 horas anteriores en turista.

    Ojalá me vuelva a encontrar un deal así :)

  • Mi experiencia en Economy Plus de United Airlines

    United Airlines tiene desde hace ya un tiempo una categoría especial dentro de su clase económica o turista que se llama “Economy Plus”, y que básicamente consiste en los asientos de delante de todo en la cabina turista, pero con un poco más de espacio para las piernas, y abordaje prioritario.

    Para poder hacerse con uno de los asientos de Economy Plus hay que pagar un extra que ronda en los $100 dólares para viajes largos, y es por esa diferencia de dinero que nunca me llamó la atención, hasta que mi novio (que mide casi 2 metros) aprovechó esta categoría para un viaje largo y no paraba de recomendármelo.

    Aprovechando un viaje de trabajo, decidí pagarme de mi propio bolsillo (el resto del viaje es por trabajo) el upgrade a Economy Plus… y me parece que es un viaje de ida. Figurativamente hablando, claro está.

    No sé si será así siempre, pero con mi ticket de Economy Plus abordé con el primer grupo. El tiempo para abordar no me quita el sueño realmente, yo soy de las que se queda sentada esperando hasta que se termina la fila, sé que nadie me va a quitar el asiento. Pero abordar primero tiene una ventaja que no se me había ocurrido: entrás al avión y el pasillo está vacío, sin gente tomándose 10 minutos para guardar sus maletas, o familias paradas en los pasillos charlando como si no hubiese 100 personas haciendo fila para pasar a sus asientos.

    Entré al avión, puse mi mochila abajo del asiento de adelante, y me senté tranquilísima a esperar que el avión se llene.

    De inmediato se nota la diferencia de espacio para las piernas. Voy a ser sincera: a mí con mi poco-más-de-metro-y-medio de altura no me afecta demasiado, pero aun siendo bajita me dio más movilidad sin molestar al señor de al lado. Y si sos alto y tenés piernas largas, me imagino que debe ser una bendición.

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  • Mi viaje a México DF

    La semana pasada tuve la gran suerte de poder viajar a México DF por trabajo y quedarme dos días extra para poder recorrer la Ciudad, y fue un viaje increíble.

    El vuelo de ida fue con una escala larga –6 horas—en Sao Paulo, pero que se compensó con creces cuando llegó el momento de abordar el vuelo al DF: no había nadie sentado a mi lado en la fila, así que pude dormir estirada entre los tres asientos, usando tres almohadas y las frazadas.

    La parte de trabajo en sí salió muy bien y eso es un plus inmenso, saber que el viaje valió la pena y que tu presencia ahí ayudó a que se cumpla el objetivo.

    Durante los días de trabajo me quedé en la parte sur de la ciudad –y cuando digo sur es muy al sur, México es inmensa. Como ahí estaba bastante lejos de los puntos turísticos-históricos que quería recorrer, para el fin de semana me mudé a un hotel “de diseño” en pleno centro histórico que fue un acierto por todos lados.

    El hotel se llama Room Mate Valentina y está en plena Zona Rosa. O dicho de otra manera, está en pleno barrio gay, en una cuadra llena de barrios y boliches.

    Había leído que el ruido por la noche no deja descansar bien, pero la verdad es que desde el piso 6 apenas si lo oía, y definitivamente no pudo impedir que caiga rendida las dos noches. Además, el hecho de que esa calle esté siempre en actividad me hizo sentir segura para ir y volver.

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  • Hacer las valijas

    Soy de esas personas que empiezan a preparar las valijas muchos días antes de viajar. No, no es porque sea muy organizada y meticulosa (bueno, sí, lo soy), es que para mí hacer las valijas es empezar el viaje, es sentir que la aventura comienza.

    Es empezar a saborear lo que voy a hacer, a dónde voy a ir, a quiénes voy a ver.

    Mi próximo destino es Cartagena, un par de días solamente, pero que solo avivan más el fuego que siento por dentro. ¿No se los dije? Amo viajar.

  • Tan solita no me la banco

    Day 100/365 : Choices

    «Soy ermitaña. Me gusta estar sola.»

    Debo haber repetido esa frase miles de veces en mi vida. Sin embargo, la tarde que me encontré completamente sola e incomunicada en otro país, no fue tan divertida como cualquiera hubiese creído que me resultaría.

    Fue mi primera tarde en Dallas y el roaming de Movistar no se había activado. Nada de llamadas, nada de mails, nada de BBM, nada de nada. Estando en la habitación del hotel no pasaba nada ya que podía chequear los mails desde la notebook, pero necesitaba salir a despejarme un poco, así que dejé todo lo más ordenado posible y decidí salir.

    No debo haber aguantado ni 40 minutos. ¿Y si alguien me necesitaba? ¿Si había que hacer un informe de último momento, o había alguna crisis y no podían ubicarme? ¿Si quería contarle a alguien sobre el lindo lugar en el que estaba, o twittear mi recorrido?

    Fue la primera vez en muchos años en la que estuve realmente aislada; algo que en 1998 hubiese sido lo más normal del mundo, se había vuelto de golpe en algo que me generaba muchísima ansiedad.

    No pude disfrutar de mi pequeño paseo sola. Resulta que me encanta mi soledad cuando sé que es opcional.

    Resulta, que tan solita no me la banco.

  • Viajar, viajar, viajar

    Me encanta viajar. Me encanta como pocas cosas en esta vida. Me gusta todo, desde preparar la valija hasta hacer el check-in en el aeropuerto, la comida del avión, las versiones miniatura de todo lo imaginable para que entren en el bolso de mano, conocer lugares nuevos, sus historias y costumbres.

    Viajar me hace feliz, no importa si son unos pocos kilómetros o a través de los océanos. Y si alguien me preguntase que quiero hacer en mi vida, sin titubear le diría que viajar.