La odisea de la vuelta a casa, también por United

Nota: este post lo escribí hace como un mes, para publicarlo después de los otros dos en los que contaba mi experiencia viajando con United Airlines a Miami, pero me olvidé. Se los dejo ahora por si les sirve para planificar las vacaciones 🙂

Esta semana Hace alrededor de un mes les conté las lindas experiencias que tuve en Economy Plus y en Business First de United. Pero, desafortunadamente los romances se terminan, y para la vuelta a casa me encontré con el lado conflictivo de la aerolínea: cambio de aviones, chequeos de motores, y que no sirva de nada mi reserva online.

Vayamos por partes, como decía Jack.

Llegué al aeropuerto de Miami, me tuve que cambiar en el baño para pasar de pantalón y tacos, a calzas y zapatillas, y me fui a hacer el check in. Para mi sorpresa, al hacerlo, mi reserva de Economy Plus en ventanilla había desaparecido, y había pasado a estar ubicada varias filas más atrás, en la columna del medio, en el asiento del medio.

Con cara de pánico le digo al señor del mostrador que yo había pagado especialmente para tener el asiento en ventanilla, y él me explicó que «algo» había pasado, que los asientos habían sido reasignados, y que era imposible volver a moverlos ya que el vuelo (como pude comprobar más tarde) estaba completamente lleno.

Después de remarcarle que yo había pagada de más por ese asiento, amablemente me hizo un reintegro del dinero, sin que tenga que exigírselo ni reclamarlo. Eso es algo para destacar. Y me dijo que cuando llegue a Houston pregunte de nuevo, por si había alguna cancelación de último momento.

El tramo Miami-Houston sí lo pude hacer en Economy Plus y fue muy bueno, particularmente porque el avión iba bastante vacío, así que me ubiqué en una filita de 3 solo para mí, me estiré, y me pasé el par de horitas mirando Brave en mi tablet. Con lágrimas y todo, por supuesto.

Lo único es que, al igual que en los dos tramos de ida, me morí bastante de frío, razón por la cual decidí comprarme un buzo en IAH para no tener que pasar las 10 horas a Buenos Aires tiritando.

Cuando llegué al gate para el vuelo final, vi a muchas personas haciendo fila para charlar con las mujeres de los mostradores, el mismo plan que tenía yo para ver si podía recuperar la ventanilla.

No tardé en enterarme que el problema fue que decidieron usar otra aeronave, más chica, y que por lo tanto todos los asientos se habían re-asignado. Y eso que yo viajaba sola, parejas y familias también fueron reasignadas, y quedaron esparcidos por todo el avión.

Para abordar hice bastante rápido, y con resignación me ubiqué en mi asiento del medio en el medio, mientras veía el doble circo que se iba armando a medida que subía la gente: todos hablando entre sí para cambiarse los lugares y lograr unir a las familias, mientras que por el nivel de ocupación del vuelo no había lugar para todos en los compartimentos superiores y se mataban por hacer entrar sus carry-ons. (Nota aparte, las aerolíneas tienen que ponerse firmes con no dejar subir a la gente con más de dos piezas, y no pueden ser las dos valijas.)

Para el momento en que la gente logró acomodarse, guardar como pudieron sus valijas, y el avión empezó a andar… oh oh! Problemas. Una turbina estaba fallando, y después de estar 40 minutos «dando vueltas» por las pistas, el Capitán anunció que teníamos que bajarnos todos del avión para que puedan hacer las pruebas correspondientes. Pero que dejemos nuestras valijas adentro.

No me malentiendan, ninguna medida de seguridad está de más en los aviones, y definitivamente era mejor que el problema lo solucionen en tierra, y no tener que hacer un aterrizaje de emergencia. O algo peor.

Pero imagínense que con todos los problemitas anteriores, ya el viaje estaba resultando más que molesto e inconveniente. Por suerte no habremos estado más de media hora en el aeropuerto, que nos volvieron a llamar para abordar por segunda vez, y ahí sí, dos horas después de lo estipulado originalmente, pudimos irnos a destino.

El avión era viejo, creo que un 767 ó 757, tenía pantallitas diminutas y las opciones de entretenimiento no eran «on demand», sino que tenías un par de canales diferentes y si la peli la agarrabas enganchada, alpiste perdiste. Igual les soy honesta, estaba tan cansada de la semana de reuniones y todo el quilombo del avión, que ni siquiera prendí la pantalla y me dormí casi todo el viaje.

Y en cuanto al buzo que me había comprado para no tener frío… jamás me lo puse, porque en el medio del medio hacía tanto calor que apenas si usé la mantita.

En conclusión, y para ir cerrando porque no quiero aburrirlos. Tuve 3 muy buenas experiencias y una bastante mala, pero aún así volvería a viajar por United. Lo único que hay que tener es MUCHA paciencia, para que si les pasa esto, en esta o en cualquier otra aerolínea, no se vuelvan locos.

En estos casos, el mejor amigo es siempre un libro 🙂