Categoría: Ceci

  • Quiero escribir ficción

    Libro

    Algo que me encantaría, que realmente amaría hacer, es escribir ficción.

    Cuando era chica había escrito un par de «capítulos» de una historia. No era un fanfic propiamente dicho, pero la verdad es que tenía toda la influencia de las series y dibujos animados que veía por esa época, aventuras en el espacio, tripulaciones, misiones, salvar al universo.

    Hoy, como 15 años más tarde, esos personajes que inventé en mi pre-adolescencia todavía están en mi mente, y aunque ya no hayan tenido más aventuras, a veces me los imagino, pienso qué harían en el mundo de hoy en día.

    El tema de escribir ficción me genera una cierta incomodidad interna. Cada vez que pienso en hacerlo mi mente se llena de dudas y miedos. Simplemente no me considero lo suficientemente creativa como para poder inventar una historia, un mundo que hoy en día me satisfaga.

    El problema, claro está, es que pienso que si no puedo ser una J. K. Rowling o un Stephen King, mejor ni siquiera debería intentarlo. Así soy yo, a decir verdad. Si no puedo hacer las cosas muy bien, prefiero ni intentarlo.

    Pero una parte mía cree que si lograse ponerse a escribir, a inventar algo, me llenaría de satisfacción, de felicidad, y no importa si nunca voy a ser tan buena como los autores a quienes amo, igual me divertiría muchísimo.

    Quizás de la misma forma que antes pensaba que nunca iba a poder correr más de 50 metros y hoy me encuentro avanzando casi 3km, algún día un par de personajes cobren vida bajo mis manos, aunque sea por un par de páginas.

    ¿Qué género? ¿Qué tan largos? ¿Ficción realista o ciencia ficción?

    Abro estas preguntas al mundo, para que la idea esté «ahí afuera», y tal vez, con el tiempo, deje de ser solo una fantasía.

  • Hay que ponerle huevo

    «Hay que ponerle huevo» le dije a mi mamá por teléfono hace un rato.

    Mi viejo tuvo dos convulsiones hoy; es la primera vez que pasa eso y la verdad nos asustamos bastante, aunque la rutina de la crisis epiléptica ya nos la sabemos de memoria.

    A mi me da muchísimo miedo. Miedo de que esto termine matando a mi mamá (directa o indirectamente), miedo a que potencie la ansiedad de mi mamá, y sobre todo, miedo a que caigamos en un círculo vicioso en el cual cada nuevo golpe nos predisponga peor para el siguiente.

    Por eso hay que ponerle mucho huevo, para reponerse rápido, y seguir remándola.

    Mucho, mucho huevo.

  • 16 minutos

    Running

    Hoy logré correr los 16 minutos que no pude por completo hace unos días, y lo hice con bastante dignidad.

    Siento una sensación inmensa de superación personal y les juro que me cuesta creer que mi cuerpo sea capaz de hacer esto. No lo hubiera imaginado nunca.

    16 minutos puede sonar a muy poco, pero para mí es muchísimo.

    Eso sí, después de mi pequeña aventura –esta vez hice 2 vueltas al Rosedal– quedé tan agotada que casi no pude hacer nada más el resto del día.

    No importa. Me ilusiona pensar que dentro de poco esto no me va a costar nada, y acepto con alegría los músculos doloridos y la mente agotada de ahora.

  • Bitácora de una corredora wannabe

    Correr

    En mi lento pero constante camino para aprender a correr, hoy fue un día importante.

    Siguiendo el programa Couch to 5K, pasé de las semanas fáciles a las difíciles. Bueno, para mí son difíciles.

    La semana pasada ya estaba corriendo 9 minutos en 4 intervalos: dos de un minuto y medio, dos de tres minutos.

    El tema de correr 3 minutos seguidos de desafiante. Mis pulmones no cooperan.

    Esta semana pensaba que iba a empezar a correr 11 minutos (dos de 3′, uno de 5′) y eso me intimidaba muchísimo, tanto que repetí la semana anterior 2 veces para entrenar más.

    Hoy finalmente me animé a la 4ta semana y aunque me costó MUCHO, pude correr los 11 minutos.

    Y entonces, cuando pensaba que lo había logrado, resulta que había leído mal y eran 16 minutos en total: faltaba un segmento más de 5 minutos. De esos 5 minutos inesperados, logré correr 2 y medio. Así que dentro de todo BASTANTE bien.

    Correr me tiene súper motivada porque es un enorme desafío personal. Espero dentro de muy pronto que estos minutos que requieren toda mi capacidad pulmonar hoy se vuelvan tan naturales como caminar.

  • Qué hubiera pasado si…

    Socially awkward

    De todos los «qué hubiera pasado si…» de mi vida, hay uno muy inocente pero que de alguna forma siento que fue un presagio de mi vida social durante los años del secundario.

    Esta situación tiene un elemento en común con varios otros puntos de inflexión para mí: mi elección de priorizar mi comodidad o gusto personal por sobre el reforzar vínculos con mis compañeras.

    Algo que hoy en día sigo haciendo, gracias por preguntar.

    Fue cuando estaba en séptimo grado de la primaria. Por esa época yo estaba obsesionada con unos dibujitos que pasaban en Cartoon Network, y cuando una compañerita con quien íbamos a cambiarnos juntas a un nuevo colegio para comenzar el secundario me invitó a la casa después del cole, le dije que no.

    No quería decirle que era para quedarme en mi casa viendo los dibujitos. Entonces ante el cuestionamiento de ella –y de su madre, y de la mía– de por qué «no podía» ir a jugar a lo de esta nena, terminó sonando a que yo estaba metiendo excusas para no ir.

    Finalmente en el nuevo colegio nunca terminamos de ser del todo amigas, y me pregunto qué hubiera pasado si hubiese priorizado construir ese vínculo.

    No lo lamento, ni me arrepiento, ni creo que me haya perdido de nada (ni ella tampoco). Solamente me pregunto qué hubiese pasado.

  • No sé cómo no hacer nada

    Hoy me di cuenta –y no entiendo cómo me llevó tanto tiempo– que no sé cómo no hacer nada. Nada de nada. No tener un plan, o una tarea, o un pendiente, sino simplemente ser, estar.

    Para mí, este es mi estado natural. Teniendo un trabajo de tiempo completo y dos blogs que atender, no hay tiempo en mi vida en el cual no debería estar haciendo «algo». Sobre todo cuando mis proyectos personales son tan importantes para mí, y no es una autoridad externa la que me dice que tengo que hacerlo, sino que yo misma siento esa responsabilidad.

    Ahora bien, para mí, pasar todo mi tiempo consciente haciendo cosas es insostenible, y en la teoría defiendo que me tengo que dar espacios para no hacer nada.

    El tema es que no sé cómo.

    Hoy sábado quería descansar y en cambio me sentía inquieta. Tenía que, por lo menos, estar jugando una partida de Sudoku, leyendo algo de mi lista de Pocket, o poniéndome al día con Doctor Who. Eso es lo más cercano a no hacer nada que puedo hacer.

    Pero suena demasiado a una lista de pendientes, o de «tareas optativas», ¿no?

    En realidad, hay una sola cosa más que hago que se parece a no hacer nada, y es meditar. Pero claro, me cuesta muchísimo. Imagínense estar en una cabeza como la que les estoy describiendo, y obligarla a estar en blanco durante 15 minutos. La mayoría de las veces es misión imposible.

    ¿Cómo hacen ustedes? ¿Alguno de los que me lee ha podido dominar el arte de no hacer nada sin sentirse culpable? ¿Sin estar pensando que hay otras diez millones de cosas que deberían ser atentidas?

    Estoy bastante confundida en ese sentido, y me vendría bien saber si a alguien más le pasa, y cómo lo abordan.

  • Sobreexcitada

    Sobreexcitada

    Cuando era chica, me enfermaba de la emoción. ¿Se les ocurre algo más frustrante para un chico?

    Me emocionaba muchísimo cuando iba a ser mi cumpleaños, o vendría mi mejor amiga a dormir a casa, y eso era todo lo que hacía falta para alterar a mi sistema inmune.

    En solo una cuestión de horas terminaba en cama y con fiebre, mientras todos mis amigos celebraban mi cumpleaños, en el living de mi casa, sin mí.

    Con el tiempo tuve que aprender a controlar mi emociones. Algo así como una mutante de X-Men con el poder más patético del mundo, un sistema que se sobreexcita y colapsa ante la alegría.

    Aunque mi felicidad fuese la misma, tuve que enseñarle a mi cuerpo a no demostrarla con locura, a no correr ni saltar, ni hablar por los codos anticipando los sucesos.

    Parece triste pero no es tan así, realmente. Es solo una cuestión de disfrutar las emociones sin dejar que me sobrevengan por completo.

    Con el paso de los años lo aprendí, y luego lo olvidé. Cuando dejé de enfermarme, en algún momento también dejé de preocuparme.

    Así es como terminé con anginas el año pasado justo el día antes de salir para Disney. Así es como hoy en día, después de una buena noticia, me siento afiebrada.

    ¿Será que después de tanta mala racha, mi emoción cuando algo perfila bien, es la misma de cuando tenía 10 años?

    Tengo que volver a enseñarle a este cuerpecito que se tome las cosas con calma. Porque si no, se va a quedar mirando desde afuera de nuevo cómo los demás se divierten.

    Foto

  • Big-boob problems

    A veces, cuando me quejo de que mis tetas son demasiado grandes, siento que me miran como si estuviese quejándome de «Problemas del Primer Mundo». Pero la verdad es que para las que la naturaleza fue un poco más que generosa en nuestro escote, las cosas no son tan fáciles como para el resto de las chicas.

    Les podría contar mil situaciones en las que un par de tetas grandes son un problema, pero en cambio quiero decirles lo terriblemente indentificada y acompañada que me sentí por este comic que refleja, perfectamente, mi ritual de tomar sol boca abajo en la playa:

    Big boobs problems

    Larga vida a los agujeros en la arena para las lolas.

    Fuente

    PD: No, el tamaño de mi escote no es algo que me guste hablar con otras personas, pero esto simplemente valía la pena :D

  • C-Hulk

    C-Hulk

    En año nuevo mi hermana me dijo, muy acertadamente, que tengo que controlar mi mal humor.

    Los genes italianos me juegan en contra, es verdad. Aunque tengo por lo general un carácter muy afable (les conté alguna vez que mi mamá es maestra jardinera), y ejercito la paciencia y el buen humor proactivamente, cuando «me salta la térmica», cuando me enojo, me enciendo como un fosforito y me convierto en Hulk.

    Encontrarse con la versión C-Hulk es algo que no le deseo a nadie. He visto fotos mías con cara de culo y no me reconozco. Soy el vinagre hecho persona.

    Pero peor aún, ser tan leche hervida me termina jugando en contra a mí. Cuando entro en modo Hulk me cuesta salir un montón, y termino sin poder disfrutar o aprovechar las cosas buenas que estén pasando, incluso más allá de la situación puntual que me haya hecho enojar.

    Un momento de enojo es suficiente para arruinarme una fiesta, una salida, un día entero de un viaje.

    La que sale perdiendo cuando se convierte en Hulk soy siempre yo. Y fui así toda la vida, pero creo que recién ahora entiendo de verdad cuánto me perjudica.

    Un ítem más a la lista de cosas que quiero mejorar de mí misma.

  • Mi balance de 2013

    Estaba bastante segura de que no iba a hacer un balance de este año, pero es 30 de diciembre y acá estoy. No sé si es el vino, o la nostalgia, o las ganas de ponerle palabras a este año para despedirlo con la esperanza de que 2014 sea mejor.

    2013 fue un año raro, creo que esa es la mejor forma de describirlo. Una montaña rusa de buenos y malos momentos.

    Empezó muy pum para arriba con el viaje a New York, seguido por noticias tristes con respecto a mi trabajo. Viajé mucho, que es lo que más me gusta en la vida, así que no me puedo quejar.

    Me fui de vacaciones a Disney, visité dos veces Sao Paulo, y conocí (y me enamoré de) San Francisco.

    Y, lo más importante de todo, me mudé con mi novio, y soy feliz viviendo con él cada día.

    Pero también fue un año marcado por mucha frustración familiar y profesional. Lo familiar puntualmente es lo más triste de todo.

    El año pasado, en cuando estaba terminando 2012, brindé con mi familia porque por primera vez estábamos mejor que el año anterior en más de una década. Este año no puedo decir lo mismo.

    Problemas económicos, mentiras, situaciones que no se quieren aceptar y enfermedades. Eso es lo que tiñe a la familia que alguna vez consideré mi refugio. Tengo una sensación de pérdida muy fuerte.

    Pasaron muchas cosas lindas este año, pero lo emocional siempre pesa más, y me quedo deseando que 2014 sea un año mejor.

    Con más verdad, con más amor, más trabajo y más paz. Con proyectos nuevos que salgan bien, y más rodeada de la gente que quiero.

    Y, por qué no, con más viajes ;)

    Espero que ustedes tengan un excelente 2014. Y como siempre, que cada año nuevo sea mejor que el anterior.

    Chin chin!