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    Despertar

    Una de las cosas que más me fascinan del cuerpo y la mente humanas es la capacidad que tenemos de condicionarnos ante ciertos estímulos, y que esa asociación de eventos perdure mucho tiempo después.

    Por ejemplo, yo tengo una política de despertarme con canciones tranquilas. Los sobresaltos a la mañana con el clásico “piripipí” a todo volumen no me gustan. Cuando decidí empezar a poner música tranqui en el despertador, una de las canciones que elegí fue Buachaill on Eirne, de The Corrs. Muy suave y además en un idioma que no conozco. Ideal. Me encantaba despertarme así.

    Claro que despertarse significa muchas cosas, y más en la vida de una universitaria en su último año de clases. Significa interrumpir preciosas y escasas horas de sueño, saber que hay un día larguísimo por delante, que hay que afrontar el frío de Buenos Aires en invierno por la mañana, y, algunas veces al mes, salir del estupor del sueño para tomar consciencia amargamente que hay examen y que solo quedan un par de horas para terminar de repasar.

    Es así como Buachaill on Eirne, aún agradable para mis oídos, empezó a generarme una serie de sensaciones no tan agradables en el cuerpo. Si iba por la calle y sonaba en mi iPod, en seguida la cambiaba. Si aparecía en mi reproductor multimedia mientras trabajaba, inmediatamente me sentía nerviosa y una sensación de frío me bajaba por la espalda.

    De hecho hoy, a un par de meses de haberme recibido y saber que ya no me esperan esos despertares llenos de preocupaciones (quizás vengan otros, con otras preocupaciones, pero ya no esos), cuando me cruzo con Buachaill on Eirne tengo que cambiarla. Porque mi cuerpo se condicionó, mi mente lo asocia con esas épocas y no quiere saber nada al respecto.

    Así nos pasa con todo. Un lugar, un tono de voz, un perfume, una frase. Lo mejor es cuando nos pasa, pero en positivo. Cuando algo se asocia a un momento tan bueno de tu vida que, cuando aparece en el presente, nos evoca sensaciones placenteras por más que estemos caminando en el microcentro con 45º de sensación térmica.

    Quiero más de esos.

    Foto.