Dicen que lo que te mata es la rutina, pero a veces, no tener una rutina puede ser igual de agotador.
Hace un par de semanas lloraba desconsolada en los brazos de D, sin saber del todo por qué. A veces me pasa, lloro sin saber por qué, y me doy un poco cuenta cuando ya estoy con la cara mojada y los ojos hinchados. Entonces así estaba, llorando, hasta que pude decir en voz alta: necesito volver a mi vida normal, necesito una rutina, un ancla.
No es para menos. En poco más de un mes perdí a mi tía, mi casa, mi perra y por diversas circunstancias más (como la falta de Internet en casa) no vengo pudiendo trabajar como, cuando ni donde debería. Y es agotador.
Tendemos a pensar en las rutinas como algo aburrido y de lo cual hay que escapar, pero la rutina también nos ordena, nos contiene, nos da seguridad. Y en este momento necesito desesperadamente una nueva rutina, una que me haga ver lo que tengo y todo lo que está por venir, y no todo lo que perdí.
Como todo en la vida, es necesario un equilibrio, tampoco nos vamos a volver robots que hacen todos los días lo mismo y no tenemos lugar para el cambio. Pero no tener una constante es desgastante.
¿Se sienten identificados con esto? ¿Alguna vez necesitaron con desesperación una rutina?