Etiqueta: Familia

  • A veces solo necesitás a tu familia

    Familia

    La semana pasada me sentí muy molesta. No sé exactamente por qué, pero hubo un par de días en los que no podía estar de buen humor, me sentía físicamente inquieta, molesta, y ni siquiera los mejores intentos de mi novio por hacerme sentir un poco mejor funcionaban.

    Supongo que tiene que ver con mi estado general de cansancio y la necesidad de que ya pasen los 10 días que me separan de mis vacaciones.

    El viernes a la tarde me fui a trabajar a lo de mis padres, y… todo estaba bastante bien.

    Con lo que les estuve contando sobre su situación actual, «bastante bien» es un mundo de diferencia. «Bastante bien» es MUY bien en comparación a lo que venimos viviendo.

    Charlé con mi mamá que se siente anímicamente mejor, con mi papá que más allá de un pico de presión, la sigue remando, y con mi hermana, que llegó tarde porque el bondi en el que venía chocó (nada grave) pero cayó de buen humor y con medialunas.

    En cuestión de minutos, me sentía bien. Contenta, animada. Desde entonces que la sensación general de molestia se me pasó.

    A veces, supongo, solo necesitás a tu familia, sea la de sangre o la que elegís cada día.

    Estar un rato con ellos, saber que están bien, relajarte aunque sea por unos minutos.

    No saben cuánto extrañaba eso.

  • Desaparecida en acción, parte 2

    Triste

    Siempre me prometí a mí misma que no iba a ser nunca uno de esos bloggers que empieza un post diciendo «perdón, hace mucho que no escribo», así que no lo voy a hacer. Pero ustedes me entienden.

    El último mes y medio, o dos, viene siendo bastante duro, y me drenó de toda voluntad incluso para hacer las cosas que me gustan. Con la hermosa excepción de la semana en San Francisco, que ahora parece haber sucedido hace 10 años, estoy pasando por un momento bastante complicado. Jodido.

    Siempre me referí a estos temas con bastante vueltas en el blog, pero hoy voy a tratar de ser lo más sincera posible, porque si no, ¿para qué sigo haciendo esto?

    Mis viejos están en problemas financieros. Feos. De esos que no sabés cómo van a hacer para salir. Eso significa que yo, que todavía no cumplí ni los 29, estoy teniendo que mantenerlos junto a mi hermana, que recién cumplió 25 la semana pasada.

    Esto es no solo estresante a nivel económico para mí, que me deja sin capacidad de ahorrar o de gastar mi merecida plata en lo que quiera, sino que es una preocupación terrible de fondo.

    Todo el tiempo pienso cómo van a salir de ésta, si algún día van a poder volver a ser autosuficientes, o si el «hacerse cargo de sus padres» que a muchos les llega a los 50, 60, a mí me habrá tocado antes de los 30.

    Mi papá es discapacitado visual, creo que eso lo saben, y encontrar trabajo es sumamente difícil para él, aunque haya sido un laburante toda su vida.

    Mi mamá se dedicó a ser ama de casa desde que me tuvo a mí, y salir a un trabajo formal por primera vez a los 51 (sí, es así de joven) es aterrador. Pero hey, si se enteran de alguien que pueda necesitar a una mujer con mucha garra y ganas de trabajar, no dejen de avisarme.

    Detrás de todo esto hay un contexto familiar más amplio sumamente turbio, pero bueno, de eso sí que no les puedo hablar en este momento.

    Me siento angustiada y preocupada. Cuando llego a casa a la noche ya no me queda voluntad para escribir, ni siquiera para jugar a algo. Solamente me quedo pasiva, en el sillón, mirando algún capítulo repetidísimo de alguna serie vieja, o yéndome a dormir temprano, para cerrar de una buena vez otro día lleno de preocupaciones.

    Desde que empecé a escribir online, hace más de 5 años, siempre traté de mantenerme positiva (para afuera y para adentro), incluso en los momentos más duros. Y definitivamente éste no es el primero, ni el último, ni probablemente el peor de todos.

    Pero ya no puedo poner buena cara al mal tiempo. Ya me quedé sin fuerza, sin ganas.

    Hoy sólo quiero que sepan que estoy así, triste, preocupada, vulnerable, frustrada.

    Así, nada más.

  • Escribir mi propia historia

    open to possibilities

    Antes era más fácil, más cierto. Mientras crecía, no tenía muchas dudas de lo que iba a ser mi futuro. Lo imaginaba similar al de mi madre, solo que además de casarme y tener hijos joven (digamos, a los veintipoco), seguramente le iba a sumar una carrera universitaria.

    Hoy, a los 26, cuando pienso que a esta edad mi mamá ya me tenía a mí y a mi hermana, no podría sentirme más lejos de esa historia, de ese camino predeterminado que alguna vez ni siquiera hubiese puesto en dudas.

    Cuando pienso en eso, siento un revoloteo en la panza. Pero no tiene que ver con el casamiento o los hijos que aún no tuve y espero no tener durante varios años más. Es que ya no hay una historia previamente escrita.

    Desde hace un tiempo y en adelante, yo escribo mi propia historia, una historia muy diferente a la de las mujeres de mi familia. Ni mi madre, ni mis tías ni mis abuelas transitaron el camino que estoy transitando yo (tampoco yo el de ellas, vale decir).

    Esta sensación de libro abierto con páginas en blanco esperando a ser llenadas por mis propias decisiones, experiencias, aciertos y errores me dan una sensación de abismo, sí, pero también de libertad. De preguntarme qué aventuras diferentes me depara el destino.