Etiqueta: Diario

  • Crea tu Diario de Gratitud con Happy Rambles

    Un Diario de Gratitud es un concepto muy simple, pero útil y poderoso.

    Se trata de escribir, al final de cada día, un par de cosas por las que estemos agradecidos. Todas las noches, sin importar si fue un día bueno o malo, la idea es enfocarnos en aquellos aspectos rescatables por los que estamos agradecidos.

    Algunas veces, nuestras entradas serán cosas maravillosas: una nueva relación, un nuevo trabajo, la posibilidad de un viaje o un premio inesperado. Otras veces puede ser algo más pequeño o que solemos dar por sentado, como la comida que tenemos en el plato, los amigos fieles o la cama que nos espera para dormir.

    A través de este ejercicio, podemos ir enfocándonos en las cosas buenas de cada día, incluso en los peores momentos, cuando sentimos que no hay nada bueno en nuestras vidas. Hacer esto es poner el foco en lo positivo, obligarnos a cambiar el patrón mental negativo, y aunque sea por un par de minutos cada noche dar gracias por las cosas buenas en nuestra vida, incluso las que damos por sentado todos los días.

    Yo practico (o intento) esto desde hace casi dos años. Paradójicamente, empecé en la época en la que menos cosas sentía que tenía por agradecer, y me ayudó mucho para no perder la esperanza. Es una herramienta muy poderosa aunque parezca una tontería.

    Para ayudarlos en esta tarea, quiero compartir con ustedes un sitio web con el que me crucé hace poco tiempo y que se convirtió en mi Diario de Gratitud en línea: Happy Rambles.

    Happy Rambles es un sitio bien minimalista con un solo propósito: enviarnos un mail cada noche al cual debemos responder con las cosas por las que estamos agradecidos (podemos adjuntar hasta fotos si así lo deseamos, pero no es obligatorio).

    Happy Rambles

    Esta modalidad de respuesta por mail lo hace muy práctico a mi gusto, ya que lo vamos a tener bien a la vista en nuestra bandeja de entrada, y si, como yo, pueden revisar los mails desde el teléfono, entonces podemos completarlo estemos donde estemos.

    Además, después podemos navegar por las fechas pasadas, para ir recordando aquellas cosas por las que agradecimos en su momento.

    Los invito a probarlo, denle una oportunidad, para empezar a hacer costumbre el apreciar y agradecer las cosas que tenemos en nuestras vidas. Van a ver que son más de las que creen.

  • Compulsión a la repetición

    repetición

    Si bien estudio psicología, el psicoanálisis no es mi corriente favorita (ni mi área de mayor conocimiento), así que cuando digo “compulsión a la repetición”, lo digo muy ligeramente.

    Pero el otro día, leyendo mi viejo diario íntimo, encontré cosas que me dejaron bastante shockeada. Las mismas frustraciones, los mismos problemas, los mismos patrones, una y otra vez, con distintos escenarios y actores.

    Noviembre de 2002 fue demasiado parecido a noviembre de 2008. Y en enero de 2006, escribí con la misma sensación de insatisfacción que sentí en diciembre de 2007 y octubre de 2008, sin haberme dado cuenta.

    Leerse a uno mismo, como si viajásemos en un DeLorean al pasado, a veces nos trae estas sorpresas que nos dejan con un gusto amargo en la boca.

    Pero a veces, en algunas áreas, podemos leer el enorme avance que hicimos, cuánto crecimos, los desafíos que superamos victoriosos. Y eso quiere decir que, aunque nos tropecemos con las mismas piedras un par de veces, igual seguimos avanzando.

    [Foto]

  • El diario íntimo

    diario Me gusta escribir desde que tengo memoria, así que no es extraño que los caminos me hayan llevado a que la escritura sea mi trabajo.

    Cuando era más chica odiaba la idea de tener un diario íntimo, entonces me compraba cuadernitos para escribir, y los llamaba “bitácoras” (premonitorio, ¿no?). Empecé cuando tenía 10 u 11 años, y ahí anotaba lo que hacía, pensaba, sentía, o cosas como lo que pasaba en mis shows de TV favoritos. Sentía que si no lo escribía en algún lado, eso se iba a perder para siempre, y no quería eso.

    Con el paso de los años, la escritura en mis cuadernos se hizo cada vez más espaciada. El último que usé fue, finalmente, un “diario íntimo”, de esos que vienen con candado, brillantina y perfume (no sé en qué estaba pensando mi abuela cuando me lo regaló). Lo estrené en 2002 y todavía le queda la mitad en blanco.

    Con tantos blogs en los que escribo, más Twitter, más mi blog personal (o sea, este) la necesidad de escribir la tengo bastante cubierta. Pero anoche, de golpe, me di cuenta que necesitaba escribir para mí. Poner en palabras cosas que no quiero (o mejor dicho, no da) bloggear o twittear. Y es más, hacerlo con lapicera y papel, y no con dedos y teclado. Así que después de un año y medio, desempolvé el viejo diario íntimo y le di con ganas.

    Y me hizo sentir muy bien. Tener un espacio íntimo de verdad, algo que quede entre la lapicera, el cuadernito y yo, es reconfortante. Creo que voy a retomar el hábito.

    Además, releer lo que puse en otros momentos de mi vida es divertido y, sobre todo, revelador. Seguramente les hable un poco de eso.

    Ya sea que tengan blogs o no, les recomiendo que prueben llevar una bitácora personal offline, privada, aunque solo la escriban cada 6 meses. Y si en algún momento lo hicieron, reléanlas. Es como un portal al pasado.

    [Foto]