«Hay que ponerle huevo» le dije a mi mamá por teléfono hace un rato.
Mi viejo tuvo dos convulsiones hoy; es la primera vez que pasa eso y la verdad nos asustamos bastante, aunque la rutina de la crisis epiléptica ya nos la sabemos de memoria.
A mi me da muchísimo miedo. Miedo de que esto termine matando a mi mamá (directa o indirectamente), miedo a que potencie la ansiedad de mi mamá, y sobre todo, miedo a que caigamos en un círculo vicioso en el cual cada nuevo golpe nos predisponga peor para el siguiente.
Por eso hay que ponerle mucho huevo, para reponerse rápido, y seguir remándola.
Mucho, mucho huevo.