Una de las cosas más importantes que aprendí este año es que compararse con otros es una enfermedad, una de las peores cosas que te podés hacer a vos mismo. Ya sea porque te hace sentir peor, o porque te da una falsa sensación de ser mejor.
El único parámetro válido somos nosotros mismos, nuestra propia satisfacción, bienestar, felicidad. Creo que cada uno tiene que tener su norte y hacia allí apuntar, y no al norte de los demás. Al fin y al cabo, cada persona es única por sus características, historias y circunstancias, y casi cualquier cosa que puedas comparar en realidad no se aplica a tu propia vida.
Es por eso que desde hace meses que dejé de compararme con los demás, y solo trato de superarme a mí misma –algo tanto o más difícil, por cierto. Y aunque espero estar creciendo a nivel personal, por lo menos sé que me ha traído mucha paz mental y claridad sobre mis propios objetivos y deseos.
(Creo que una excepción a esto puede ser cuando admiramos a alguien por X motivo, y entonces lo usamos de «guía» para crecer nosotros mismos, pero solo debería ser un estímulo).
