Como todos los años, la vorágine de fin de año me arrastra de un lado al otro, entre fiestas, eventos, compromisos, responsabilidades y todo lo que diciembre trae consigo.
Estoy físicamente cansada (anoche me acosté a las 4:30), pero tratando de disfrutarlo al máximo. Tratando de que cada reunión sea una pequeña ocasión para celebrar a este 2011 que se va, y que tantos desafíos y oportunidades me ha traído. Que me duelan los pies de bailar y saber que al día siguiente hay que seguir trabajando, pero que ese momento sea un momento de agradecimiento.
Este año publiqué particularmente poco en este blog, quizás entiendan las razones cuando haga mi clásico balance, pero eso solo es testimonio de todo lo que pasó.
Repetir «fue un año intenso» o «parecieron tres años en uno» me hace pensar que, en realidad, a medida que crecemos la vida se acelera y los años que pasan sin pena ni gloria se vuelven cada vez menos frecuentes.