En algún lugar, alguien, a veces se masturba pensando en vos.

Cierto. También es cierto que no voy a poder volver a escuchar la canción de Faivel sin recordar lo anterior.
PD: Qué manera de llorar siempre en esa parte cuando era chica.
El tema del tiempo es una de las cosas que más me interesa, especialmente cuando pensamos en todo el tiempo que invertimos a cambio de dinero.
Le puse un «I» a este post porque es un primer acercamiento a un tema que seguramente voy a desarrollar con más profundidad cuando tenga un rato.
Esta introducción viene de la mano del brillante XKCD, con una tira que refleja algo en lo que creo desde chica.
«Si gastás 9 minutos de tu vida para ahorrarte un dólar, estás trabajando por menos del salario mínimo».
No es misterio que Lifehacker es uno de mis blogs de cabecera, y esta semana nos regaló un post muy adecuado al momento que estoy transitando.
Son 6 puntos que me gustaría compartir con ustedes, algunos se aplicaran a sus vidas, otros quizás no ahora (o nunca), pero nos dan qué pensar. Ni siquiera para tomarlos en forma literal, sino como disparadores para reflexionar sobre nuestras vidas, y qué queremos hacer con ellas.
Espero que les sirvan tanto como a mi:
(Entiendo que esto último es generalmente una utopía si se toma literalmente; pero es un punto de partida para pensar qué camino quiere recorrer cada uno.)
«Nada es para siempre». Una frase con la que es difícil estar en desacuerdo.
El amor, la amistad, la salud, el dinero, todo lo que alguna vez pudimos dar por sentado, puede ser tan volátil y efímero como un arco iris, o estar presente en nuestras vidas durante mucho tiempo y, de un día para el otro, desaparecer.
Cualquiera que haya tenido una pérdida, de cualquier tipo, no puede más que admitirlo, «nada es para siempre».
Sin embargo, yo creo que hay cosas que sí son para siempre. O al menos, que pueden serlo. El problema es que hasta que no llegamos al final del camino, es imposible saber cuáles son esas cosas.
La amistad que resistió viento y marea, el trabajo que nunca dejaste de hacer con pasión, el amor de quien estuvo a tu lado hasta que exhalaste por última vez. ¿Cómo reconocerlos antes de irnos de este mundo? La respuesta es simple: no se puede.
Y como no se puede, como la vida es incertidumbre, lo mejor que podemos hacer es valorar cada cosa buena que tenemos como si la fuésemos a perder mañana. No desde el miedo, sino desde la gratitud.
Solo el tiempo dirá si existió un para siempre o no.
«El arquero es un modelo para el sabio.
Cuando le ha fallado al blanco, busca la causa en sí mismo.»
Atribuida a Confucio.
No creo en el amor a primera vista. El amor de verdad implica conocer mucho más de la otra persona de lo que se puede vislumbrar en un primer encuentro. Pero si hay algo que creo que nunca falla es el chispazo.
Sentir el chispazo es encontrar esa conexión inmediata con la otra persona, las ganas estar con él, el sentirte contenta a su lado, el nudito en la panza antes de verlo, la certeza total de que esa es la persona con la que querés estar. Y esto, para mí, es algo que pasa bien al principio (hablo de horas o días) o no pasa más.
Ojo, ese «bien al principio» no significa necesariamente la primera vez que se conoce a una persona, pero sí apenas pasa de una relación X a una relación más romántica/amorosa/sexual. Alguien puede estar en tu vida desde hace mucho tiempo, y sin embargo en el momento en el que sentís el chispazo ya no hay vuelta atrás.
El chispazo no es garantía de que una relación vaya a funcionar (para eso hace falta algunos ingredientes más), pero sin él, está definitivamente condenada a muerte, ya sea en semanas o en años (si es años, serán años de buscar permanentemente ese «algo», que nunca va a aparecer).
Cualquiera de nosotros cruza mal la calle, seguros de que vamos a poder llegar al otro lado antes que el auto llegue a nosotros.
Cualquiera de nosotros no se pone el cinturón de seguridad en el taxi, total el viaje es corto y la ciudad no es tan peligrosa.
Cualquiera de nosotros fuma, porque el alivio temporal de la nicotina es más importante que alguna consecuencia remota, que de todas formas seguro no le pase a uno.
Cualquiera de nosotros no usa preservativo alguna vez, porque seguro que la otra persona es de confianza, con una vez no pasa nada.
Cualquiera de nosotros decide volver manejando, total solo fueron dos copas de más.
Cualquiera de estas frases puede aplicarse a vos, o a mi, o a un amigo, o a un familiar.
Y no lo hacemos porque no sepamos los riesgos. Sabemos que el cinturón de seguridad puede ser la diferencia entre un brazo roto y morir contra el asfalto, sabemos que una sola vez puede bastar para contagiarte HIV, sabemos que el cáncer de pulmón está matando cada vez a más gente (y si no te mata, te hace pasarla muy, muy mal). Lo sabemos.
Creo que no somos conscientes de nuestra propia mortalidad, que lo «sabemos», pero no lo llegamos a entender, estamos seguros que podemos hacer lo necesario para seguir vivos.
Hasta que pasa algo que te recuerda que la vida se puede terminar en cualquier momento, y entonces te das cuenta que estabas dando mucho por sentado.

Hay un aspecto del «fake it till you make it» que me parece super positivo.
Es la actitud de «voy a llegar», de empezar a vivir tu vida deseada antes de que las condiciones sean perfectas. Escribir en tu blog de una semana como si llevases años y te leyeran millares. Vestirte como si fueses a la reunión más importante de tu vida aunque solo sea un primer acercamiento. Es la convicción de que eso es lo que querés para tu vida, y que no tenés que esperar a que todo esté perfecto para ponerte en el papel.
Pero también creo que no podemos perder el contacto con la realidad; saber en qué momento de tu camino estás, que empezar a comportarte como la persona que querés ser es solo un aspecto, pero que si nos olvidamos de todo lo que queda por recorrer podemos comernos nuestro propio personaje, y eso puede salir mal.
(Con la parte de «fake it» no me refiero a engañar a nadie ni a caretearla, por supuesto; me refiero a la convicción encarnada de lo que querés)
Reflexiones de un viernes por la mañana con mucho, mucho dolor de cabeza.