Categoría: Inspiración

  • Ja-ja-ja, qué risa que me da

    Ayer vi en Twitter este chiste que me pareció muy divertido. El tema fue que mi TOC no me dejó tranquila con la frase final: ja, ja, ja!!!!!

    ¿Cuál es el problema? Se preguntan ustedes, personas que no padecen de pequeñas obsesiones como yo. El problema es la forma de escribir las onomatopeyas de la risa.

    Para mi, escribir una risa tiene que ser «jajajajaja» y si se te escapan los dedos, y se te juntan algunas J y algunas A, estilo «jajjaajajaa» mejor todavía, porque es como más auténtico.

    Cuando yo leo «ja, ja, ja», o su variante con espacios, «ja ja ja» (de la que mi madre es amiga), no leo una risa. Disculpen, no puedo, no me sale. Porque lo leo con las comas o los espacios, y entonces me imagino a alguien en la vida real riéndose pero cortando la risa o la carcajada –un poco a lo Sheldon Cooper, pero peor– como si tuviese hipo o si fuese absolutamente falso.

    No quiero risas entrecortadas, quiero risas continuas, indomables, que se vuelquen al teclado hasta quedar como jajajsjdasdjfaj!!!11!!!!

  • Cada vez que me subo a una montaña rusa

    Cómo extraño ese rush de adrenalina de las montañas rusas!!! Con el tiempo pasé de tenerles mucho miedo a… tenerles miedo pero disfrutarlas a lo loco.

    Mi próxima visita a un parque de diversiones no puede llegar lo suficientemente rápido. Quiero velocidad, vueltas, caídas, gravedad cero, y salir gritando OTRA VEEEEZ.

  • Nunca quemamos nuestros corpiños

    ¿Que las feministas quemaban sus corpiños en protesta? Solo un mito.

  • Inhumana

    Hace algunos días me encontré temprano –plena hora pico– en la autopista.

    Al principio el tránsito fluía relativamente bien, hasta que de un momento para el otro se detuvo casi por completo. Íbamos avanzando muy despacio, y le dije a mi acompañante (que iba manejando) «¿Será así durante todo el camino, o habrá habido un accidente acá cerca?». Me respondió «Capaz que fue un accidente».

    Nos quedamos calladas un minuto y ella dijo lo que yo estaba pensando «En realidad nos estaríamos alegrando de que sea un accidente, mejor que no».

    Apurada como siempre está una en estos días, los minutos hasta llegar a lo que efectivamente fue un accidente se me hicieron eternos. Cuando a lo lejos vi las ambulancias, mi preocupación fue si no estarían bloqueando la bajada de la autopista por la que teníamos que salir.

    «Hay mamparas blancas, se murió alguien», dijo ella con tristeza mientras manejaba despacio junto al accidente. «Uy, qué feo. La bajada está libre, menos mal» le respondí yo.

    Y entonces, mientras bajábamos de la autopista, la situación me pegó con toda su fuerza. Había una persona muerta a pocos metros, y yo solo me estaba preocupando por llegar a tiempo, por bajar de la autopista, por cumplir con compromisos que no iban a afectar la vida de nadie.

    Me sentí vacía, enajenada, inhumana.

    Durante el resto del día no pude dejar de pensar en la familia de ese motociclista muerto, que iba a recibir la peor noticia posible, y en cómo yo –y seguro que muchísimos otros– le pasamos por al lado pensando solamente en nuestros propios caminos.

    No quiero eso, no quiero que la vorágine en la que vivimos me vuelva inhumana. Una vida desconectada de lo que realmente es importante, no es vida.

  • Los sueños no funcionan…

    …si no hacés nada para que funcionen.

    Yo creo fervientemente que «Soñar» y «Hacer» son dos instancias igualmente necesarias para alcanzar las cosas o situaciones que deseamos. Soñar sin hacer no nos lleva a ningún lado, pero hacer sin soñar, sin una meta, un Norte que te guíe, nos lleva a una vida vacía.

  • Esto es una prueba

    No hay nada especial en este post, solo quiero ver si funcionan algunas cosas del blog.

    Pero ya que estamos, hola!

  • Losers (son ellos)

    En mi último año del colegio, fui víctima de bullying, esa forma espantosa de acoso que muchos maestros y padres siguen calificando ciegamente como «cosas de chicos», y que cada año deja no solo marcas emocionales, sino que a veces se lleva las vidas de sus víctimas.

    El bullying, claro está, no pasa solo en el colegio. Cambia, muta hacia otros tipos de violencia, como el acoso laboral, o la violencia de género, o hasta las más sutiles pero igual de patéticas formas en las que las personas tratan de humillar a otros sin motivo aparente.

    Pero que quede en claro: los losers son ellos. Los bullies. Y va siendo hora de que esto se empiece a gritar más y más fuerte. Cortarla con la condescendencia, llamar a las cosas por su nombre, enseñar, educar, proteger.

    Los que podemos ayudar a cambiar la historia somos los que estamos afuera, los que logramos salir, los que vemos las cosas como son, y no como «travesuras».

    Si sos maestro, si tenés hijos o sobrinos, o conocés casos de bullying, hablá. Hacé algo. No seas un cómplice silencioso.

    (Había visto este video hace tiempo, y esta mañana me lo volví a encontrar en G+)

  • Mucho que agradecer

    Muchas veces digo que la gratitud es lo que me mantuvo en pie en los momentos más difíciles, y también lo que me hace disfrutar aún más los momentos buenos.

    Así que a nadie debería sorprenderle que quiera compartir esto con ustedes para poner un poco de perspectiva sobre todas las cosas que tenemos para agradecer aunque a simple vista no lo parezca:

  • Ignorar a la gente negativa

    Hace algunos días encontré estas palabras sobre las personas negativas (particularmente los haters) que me resonaron bastante, y que viene bien recordar y tener en cuenta de vez en cuando.

    Aquí un recorte:

    Siempre me da más placer que me guste algo a que no me guste. Eso no quita que haya cosas que merecen ser gustadas y otras que no, pero no soy aficionada a que las cosas no me gusten.

    La lección que aprendí es ser cautelosa con los que sí. Aquellos que creen que ser crítico es lo mismo que tener buen gusto. Esas personas casi nunca tienen buen gusto. No hace falta ninguna sofisticación para criticar.

    Vale la aclaración de que para traducirlo uso la palabra «criticar» en el sentido descalificador de la palabra, y no en el de hacer un análisis.

    Como siempre digo, no hay que confundir a un crítico con un criticón.