Categoría: Ceci

  • No sé para qué me levanto temprano

    Me pongo el despertador a las 7am, le doy snooze como 6 veces, después me quedo 10 minutos sentada en la cama pensando que tengo sueño.

    Té, una tostada, y a la compu a tratar de leer algo ante de irme al Gym. El 50% de ese tiempo, miro la pantalla colgada (colgada yo, no la compu) pensando «tengo sueño».

    «Levantarme temprano» se convirtió en una especie de mantra para mí, pero evidentemente no le estoy encontrando la vuelta…

  • Mala noche

    A las 4:30 de la mañana me despertó el ruido de algo que se caía y se rompía en algún lugar del departamento.

    Cuando tu papá tiene –entre varios problemas de salud– epilepsia, escuchar un ruido así es aterrador. Te imaginás lo peor, porque lo peor está siempre a la vuelta de la esquina.

    Salí corriendo, prendí las luces y lo encontré bien, parado, rezongando porque había tirado un florero sin querer mientras trataba de apagar el aire acondicionado. El piso estaba lleno de vidrios y yo le había pasado corriendo descalza por al lado. No me destruí el pie de casualidad.

    Volví a la cama pero me costó dormir, la adrenalina no es algo que se vaya así como así. Di mil vueltas hasta que caí en un sueño en el cual no me querían, y yo me cansaba de intentarlo.

    No es extraño que me haya quedado dormida a la mañana; el despertador sonó y le apreté snooze hasta una hora después. Espero que el resto del día sea mucho mejor.

  • Todos los caminos

    Crossroads

    Cada trabajo, cada relación, cada amistad, cada decepción, cada sorpresa.

    Cada post en mi blog, cada noche que me quedé geekeando en casa en vez de en un boliche con amigas, cada buena experiencia, cada experiencia que preferiría no volver a tener.

    Cada minuto, cada día.

    Todo condujo a que esté cómo y dónde estoy ahora. Y sé que esto es así todo el tiempo, toda la vida, pero nunca pude ver con tanta claridad las piezas del rompebacezas como las puedo ver hoy.

    Y bajo esta luz, no me da miedo decirlo: lo haría todo de nuevo si es lo que me trajo hasta acá.

  • El lado no-tan-bueno de tener muchos lectores

    Tengo una linda audiencia. No solo linda, sino grande. Entre Acceso Directo, mi perfil de Twitter, de Goolge Plus, y algunos que se animaron a buscarme en Facebook, he logrado cosechar unas varias decenas de miles de lectores. Algo que, no me malentiendan, me hace muy feliz todos los días.

    Pero aunque tener muchos lectores sea prácticamente el objetivo de cualquier blogger, hay varias cosas que se pierden en el camino, y nadie lo expresó mejor hasta ahora que la mujer que me inspiró a abrir Acceso Directo, Gina Trapani.

    Entre los puntos que menciona (como gente que te habla solo para pedirte que los menciones, o los trolls) hay algunos muy personales que desde afuera no se ven, como por ejemplo:

    • Dejás de compartir cosas personales con la gente de tu «vida real»
    • Le das mucha importancia a la aprobación de desconocidos
    • Tenés que tener muchísimo cuidado con que lo que digas no sea malinterpretado
    • Tu visión del mundo se vuelve sesgada por la interacción que tenés con tu audiencia

    Estas son algunas de las cosas que lamento del camino que elegí. Pero claro, ni siquiera todas juntas pueden superar las cosas buenas que tiene saber que tus proyectos e ideas llegan a tanta gente.

    Me parecía interesante compartir este lado más personal de lo que es ser blogger.

  • Mis modelos tampoco eran muy realistas

    Muchas veces me pregunté por que soy tan consciente de mi cuerpo y me preocupa tanto estar bien. Me refiero estéticamente, más allá de la salud.

    Nunca me enloquecí por la ropa, las dietas ni los ejercicios, y cuando veo modelos anoréxicas desfilando siento una rabia terrible. Mientras mis amigas del cole se preocupaban por qué ponerse para ir a bailar un sábado a la noche, yo me iba a Camelot al centro para comprar cómics.

    Soy una firme creyente de que la belleza pasa por estar saludable y feliz, y aún así me angustio cuando engordo un par de kilos (y me da bronca angustiarme por eso). Y no entendía por qué eso me afectaba «a mi también» hasta que de golpe una imagen me lo puso totalmente de manifiesto:

    Mis modelos tampoco eran muy realistas. De hecho, probablemente lo hayan sido menos aún que las chicas de las revistas de moda.

    Estamos rodeadas.

  • Papelitos

    Desde chica, siempre me encantó la tradición porteña de tirar papelitos por la ventana de las oficinas el último día laboral del año. La miraba por la tele y me encantaba.

    El único fin de año en el que trabajé por el centro fue fin de año de 2008, una de las épocas más tristes de mi vida. Estaba en el call center, con el corazón roto, y en ese momento miro por la ventana y ahí estaban, miles y miles de papelitos blancos, bailando en el viento, decorando las calles grises, representando a un montón de personas que empezaban a despedir el año.

    Por ese breve instante, me sentí bien, feliz de poder verlo con mis propios ojos. No duró mucho, pero lo suficiente para que pueda recordarlo como un momento de calma en un período turbulento.

    Hoy, 3 años después, estoy en una etapa muy plena, y aunque no pude ver los papelitos con mis ojos, disfruto sabiendo que estuvieron ahí, y que yo me siento libre y liviana como ellos.

    Foto: DYN/Rodolfo Pezzoni.

  • Una sola palabra para describir mi 2011

    No, este año no voy a hacer un balance. No escrito por lo menos, aunque debo confesar que el del año pasado me gustó mucho.

    Este año puede ser descrito con una sola palabra que quede guardada en mi historia.

    Mi 2011 fue legendario.

    Brindo por muchos años legendarios más :)

  • Aventuras en la Friend Zone

    Hace un tiempo que con mi amigo Neri venimos hablando de la Friend Zone, ese lugar frío y oscuro donde el chico o la chica que te gusta te ubica desde el momento en el que te das cuenta que nunca, jamás, te va a ver como algo más que una amiga.

    Cuando era más chica me pasé años en la Friend Zone, y es una de las cosas más frustrantes que te pueden pasar.

    Cuando te pasás horas al día con él, y se llevan genial, y no podés dejar de pensar en lo maravillosos que serían juntos, solo para que en un momento medio desprevenida te tire un «sos como una hermana para mí».

    Y vos ahí con cara de póker y tratando que no se te note el nudo en la garganta le decís «sí, vos para mí también», mientras oís de fondo «Última llamada para el vuelo 815 con destino a la Friend Zone«, un lugar como la isla de Lost del cual no vas a poder salir nunca más. Porque una cosa es ser amigos que se enamoran y pasan a ser novios, pero una vez que el otro te metió en la Friend Zone, ni el humo negro te puede ayudar.

    Por suerte hace ya mucho tiempo que no volví a pisar la Friend Zone, y espero nunca más volver a hacerlo.

    Pero este es mi humilde homenaje a todos los que han pasado por allí, y a todos los que aún permanecen. A ustedes: fuerza, entendemos por lo que están pasando.

    Como nota final, si no conocen el monólogo de Fabio Posca «Te quiero… como amigo», háganse un favor y léanlo.

  • Vorágine

    Entering Hyperspace

    Como todos los años, la vorágine de fin de año me arrastra de un lado al otro, entre fiestas, eventos, compromisos, responsabilidades y todo lo que diciembre trae consigo.

    Estoy físicamente cansada (anoche me acosté a las 4:30), pero tratando de disfrutarlo al máximo. Tratando de que cada reunión sea una pequeña ocasión para celebrar a este 2011 que se va, y que tantos desafíos y oportunidades me ha traído. Que me duelan los pies de bailar y saber que al día siguiente hay que seguir trabajando, pero que ese momento sea un momento de agradecimiento.

    Este año publiqué particularmente poco en este blog, quizás entiendan las razones cuando haga mi clásico balance, pero eso solo es testimonio de todo lo que pasó.

    Repetir «fue un año intenso» o «parecieron tres años en uno» me hace pensar que, en realidad, a medida que crecemos la vida se acelera y los años que pasan sin pena ni gloria se vuelven cada vez menos frecuentes.

  • Me cansé de ser la mujer orquesta

    Hay dos frases opuestas con las que estoy de acuerdo: «No pongas todos tus huevos en la misma canasta», y «El que mucho abarca, poco aprieta».

    Creo que particularmente me vengo rigiendo desde hace muchos años por la primera. No sé si es una cuestión de personalidad, de culo inquieto, o el resultado de experiencias personales, pero es así.

    En el colegio hacía actividades extraescolares por la tarde, durante la facultad llegué a estudiar dos carreras al mismo tiempo, y laboralmente he llegado a ser un cóctel de blogger, editora, community manager y profesora al mismo tiempo.

    Y esto no incluye Acceso Directo…

    Pero me cansé. No es que me «harté», sino que estoy agotada, mi mente no puede hacer más malabares por más que todas las pelotitas sean buenas y divertidas.

    Después de todos estos años hizo click en mí la necesidad de dejar de hacer mil cosas a la vez, de dejar de ser la mujer orquesta. Quiero abarcar un poco menos y apretar un poco más.

    No va a ser un cambio que me lleve al extremo de dejar todo menos una sola cosa, pero sí será un proceso de comenzar a desprenderme de algunas cosas, y empezar a delegar otras.

    Necesito hacer foco, y eso es lo que me espera en esta nueva etapa de mi vida.