Categoría: Ceci

  • El miedo a empezar un proyecto nuevo

    LWAS - 0043

    Estoy tratando de empezar un proyecto nuevo. Me propuse a mí misma sentar las bases del mismo durante la semana de las fiestas, pero estoy encontrando mucha resistencia interna. Es miedo.

    Mientras que con otras cosas que hice anteriormente me tiré a la pileta de cabeza y sin pensarlo demasiado (algunas veces me fue bien, otras mal), con este proyecto en particular me estoy demorando muchísimo.

    Lo vengo gestando en mi cabeza hace más de un año, y concretamente empezando a hacer cosas desde hace un par de meses. Pero todo en la fase de «planificación».

    Estos días son los días en los que me propuse a concretar, y todavía no lo hice. Que un ratito más de Assassin’s Creed 3. Que voy a leer para estar mejor informada. Que me voy a dormir una siestita porque trabajé durísimo durante todo el año y me lo merezco.

    El otro día le contaba sobre esto a Fabio. Cómo se me hace un nudo en la panza cuando pienso en sentarme y empezar a hacer. Algo que no me había pasado antes ni siquiera con cosas parecidas.

    Pero esta vez es diferente. Y eso da miedo y emoción al mismo tiempo.

    ¿Por qué les escribo esto? Porque siempre que les comenté alguno de mis miedos o preocupaciones, me sirvió para seguir adelante.

    Así que espero que hoy sea el día en el que finalmente empiece a desarrollar un sueño más.

  • Hey, ustedes. Sí, ustedes: gracias!

    Cuando escribí el domingo pasado me sentía muy triste y, aunque sé que no lo estoy, sola.

    Quiero decirles de todo corazón que sus comentarios, sus tweets, sus emails, han hecho MUCHÍSIMO por mí. El problema sigue estando, pero a través del teclado lograron transmitirme tanto amor, tanto apoyo, que me siento mucho más fuerte para afrontar lo que venga.

    En medio de la desesperación a veces me olvido de pedir ayuda, y todos ustedes me ofrecieron una mano, un consejo, unas palabras de aliento. No se imaginan cuánto bien me han hecho.

    GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

  • Desaparecida en acción, parte 2

    Triste

    Siempre me prometí a mí misma que no iba a ser nunca uno de esos bloggers que empieza un post diciendo «perdón, hace mucho que no escribo», así que no lo voy a hacer. Pero ustedes me entienden.

    El último mes y medio, o dos, viene siendo bastante duro, y me drenó de toda voluntad incluso para hacer las cosas que me gustan. Con la hermosa excepción de la semana en San Francisco, que ahora parece haber sucedido hace 10 años, estoy pasando por un momento bastante complicado. Jodido.

    Siempre me referí a estos temas con bastante vueltas en el blog, pero hoy voy a tratar de ser lo más sincera posible, porque si no, ¿para qué sigo haciendo esto?

    Mis viejos están en problemas financieros. Feos. De esos que no sabés cómo van a hacer para salir. Eso significa que yo, que todavía no cumplí ni los 29, estoy teniendo que mantenerlos junto a mi hermana, que recién cumplió 25 la semana pasada.

    Esto es no solo estresante a nivel económico para mí, que me deja sin capacidad de ahorrar o de gastar mi merecida plata en lo que quiera, sino que es una preocupación terrible de fondo.

    Todo el tiempo pienso cómo van a salir de ésta, si algún día van a poder volver a ser autosuficientes, o si el «hacerse cargo de sus padres» que a muchos les llega a los 50, 60, a mí me habrá tocado antes de los 30.

    Mi papá es discapacitado visual, creo que eso lo saben, y encontrar trabajo es sumamente difícil para él, aunque haya sido un laburante toda su vida.

    Mi mamá se dedicó a ser ama de casa desde que me tuvo a mí, y salir a un trabajo formal por primera vez a los 51 (sí, es así de joven) es aterrador. Pero hey, si se enteran de alguien que pueda necesitar a una mujer con mucha garra y ganas de trabajar, no dejen de avisarme.

    Detrás de todo esto hay un contexto familiar más amplio sumamente turbio, pero bueno, de eso sí que no les puedo hablar en este momento.

    Me siento angustiada y preocupada. Cuando llego a casa a la noche ya no me queda voluntad para escribir, ni siquiera para jugar a algo. Solamente me quedo pasiva, en el sillón, mirando algún capítulo repetidísimo de alguna serie vieja, o yéndome a dormir temprano, para cerrar de una buena vez otro día lleno de preocupaciones.

    Desde que empecé a escribir online, hace más de 5 años, siempre traté de mantenerme positiva (para afuera y para adentro), incluso en los momentos más duros. Y definitivamente éste no es el primero, ni el último, ni probablemente el peor de todos.

    Pero ya no puedo poner buena cara al mal tiempo. Ya me quedé sin fuerza, sin ganas.

    Hoy sólo quiero que sepan que estoy así, triste, preocupada, vulnerable, frustrada.

    Así, nada más.

  • Por qué me gustan las fiestas de fin de año

    fiesta año nuevo

    Porque si tuviste un año genial, es un gran motivo para celebrarlo.

    Y si tuviste un año de mierda, es un buen momento para festejar que se termina de una buena vez.*

    También es una buena oportunidad para emborracharse en un contexto completamente aceptable, digo.

    *Sí, ya sé que nada cambia con el año nuevo más que el calendario, pero hay un espíritu de «reseteo» que me resulta motivador.

  • Trust no one

    En LOST el dilema era «Live together, die alone» vs «Every man for himself». En mi vida no hay dilema: si no me cuido yo, no me cuida nadie.

  • Pecera chica, pecera grande

    Pecera chica

    Muchas veces me hice a mí misma una pregunta no demasiado fácil de responder.

    Si pudiese elegir ser gigante entre medianos, o mediana entre gigantes, ¿qué preferiría?

    La complejidad de responder la pregunta no viene sólo dada por los planteos existenciales para la vida de cada uno, sino por la elección misma de las palabras. Gigantes suena tan pretencioso, mediano suena tan despectivo.

    Hace algunos días escuché una metáfora mucho mejor.

    ¿Qué prefiero ser, un pez grande en una pecera chica, o un pez normal en una pecera enorme?

    La respuesta ahí ya no es tan difícil. Siempre fui un pez moderadamente grande en una pecera moderadamente chica. En la escuela, en la universidad, y en varios aspectos de mi vida laboral (aunque no todos, claramente).

    Ya conozco la pecera chica. Me da seguridad, pero no me satisface.

    Necesito la pecera grande, aunque implique tener que hacer las paces con ser, al menos por un tiempo, un pez chico.

  • Matriculada

    A finales de 2009 di mi último final. Un 10 en Psicología Cognitiva, mi materia favorita de toda la carrera. Con un poco de prisa les dije, ¡Díganme licenciada! aunque para eso faltaba un poco.

    A mediados de 2011 entregué mi tesina. No tengo más excusas por la demora que haber empezado a trabajar en serio, aquella mudanza, las cosas de la vida. Y creo, sobre todo, mi cualidad de colgada permanente que estoy luchando por dejar atrás.

    Licencia para Curar

    No me acuerdo exactamente en qué mes la defendí, pero fue antes de octubre sin dudas.

    En diciembre de ese mismo año, me entregaron el ansiado título. Fue el mismo día en que comenzaba en mi trabajo actual.

    Y ahora, casi dos años de cuelgue después, llegó finalmente el último paso en ese camino que empecé a transitar en 2004.

    Hoy soy Licenciada en Psicología con Matrícula Nacional.

    Se lo quiero dedicar a mi mamá, mi papá y mi hermana, que creyeron que este día nunca llegaría, aunque en el fondo no perdían la esperanza ;)

  • Desaparecida en acción

    Cecilia Saia Salón del Automóvil

    Estos últimos días estuve escribiendo y tuiteando muy por debajo de mi promedio. Comento esto como un hecho, sin casi el menor atisbo de culpa, ya que las prioridades son prioridades, y de eso me estoy ocupando.

    1) Ya estoy bien establecida en la casa nueva, y ahora viene el proceso de optimizar el espacio. Me divierte.

    2) Sabía que mantener una casa más o menos ordenada lleva tiempo, pero por el amor de Cristo, ¡cuánto! Y eso que solo somos dos personas en un dos ambientes re chico.

    3) No todo es trabajo, fui a Final Fantasy: Distant Worlds y no solo disfruté de un concierto increíble sino que lo conocí a Nobuo Uematsu. Pronto les voy a contar detalles en Acceso Directo.

    4) También hay trabajo que parece diversión, como los dos streamings que hice para Ford desde el Salón del Automóvil. Una experiencia buenísima y que me llena de orgullo.

    Junio fue un mes más que intenso, a tal punto que esta última semana sentí que estaba en la universidad de nuevo.

    Espero que julio tenga tantas o más cosas buenas, pero a un ritmo más calmado, para que pueda hallar mis rutinas en esta nueva vida y espacio para escribir, que es en este momento lo que más extraño.

  • Rehén de mi propio cuerpo

    Volví. Bueno, casi, pero ya poder escribir es suficiente.

    Después de haber pasado un muy lindo cumpleaños, y de casi terminar la mudanza a las apuradas el domingo, me enfermé. Me enfermé fulero.

    El domingo a la tarde pensaba que eran nervios o estrés por la mudanza, pero cuando me empezó a subir la fiebre y no podía bajarla, no me quedó otra que llamar al médico, que me diagnosticó no una, sino un grupito de enfermedades: gripe, angina, catarros y sinusitis. Todo al mismo tiempo.

    La gripe a esta altura del año no le es ajena a nadie, pero hacía mucho que no me sentía tan rehén de mi propio cuerpo. Por lo general reacciono muy bien a analgésicos y antibióticos; de hecho, es normal que después de la primera toma me sienta inmediatamente mejor. Casi un efecto placebo, les diría.

    Esta vez fue diferente. El paracetamol solo me daba un par de horas libre de fiebre, para que ésta después vuelva con toda su furia, impidiéndome moverme de la cama o del sillón, muerta de frío, con los ojos ardiendo y el cuerpo dolorido. Cuando no estás acostumbrada a que la fiebre vuelva una, y otra, y otra vez, la recurrencia te asusta. No les voy a negar que hasta temí tener la Gripe A, pero por suerte no fue el caso.

    Lo que peor me tenía era tener la mente tan nublada. No era solo el cuerpo, mentalmente no podía hacer nada, no podía concentrarme, ni siquiera leer.

    Claro que lo que les cuento es probablemente una de las experiencias más universales, a todos nos pasa cuando estamos enfermos, no es nada nuevo.

    Pero me sentí tan desconectada estos días, tan existencialmente sola dentro de mi cuerpo (a pesar de haber estado increíblemente cuidada), que tenía ganas de ponerlo afuera, sacarlo, compartirlo, y empezar a cerrar lo que espero sea el último episodio patológico del año. O de mi vida, si pudiera elegir.

    PD: Lo peor es empezar a recuperarme, y antes de poder ponerme contenta, enterarme que otra vez chocaron trenes. No que tenga nada que ver con esto, pero hay cosas que duelen tanto que no mencionarlas aunque sea en un P.D. es imposible.

  • Animarse sin pensar en el qué dirán

    Todo empezó como una broma, pero finalmente me convocaron para una nota en la Revista Hombre que busca retratar a las «chicas geek» (si es que tal cosa es posible), junto con amigas del ambiente. Me pareció muy divertido desde el principio, además de una buena oportunidad para expresar mi opinión sobre el tema a un público diferente, así que acepté.

    Fuck the rest

    Hay muchas cosas buenas con respecto a esto. La posibilidad de dar a conocer mi blog un poco más, sacarme fotos chulas, y expresarme sobre un tema alrededor del cual tengo opiniones muy formadas, incluso aunque no sea una revista particularmente «para leer».

    Sin embargo, en vez de pensar en todo eso y disfrutar de lo que se iba a venir, no paraba de preocuparme por lo que podía llegar a decir «la gente», como si algo terrible pudiese pasar con eso.

    La pasé mal pensando todo tipo de cosas, desde que me pueden decir gorda y fea por las fotos (casi toda mujer piensa eso desafortunadamente), hasta que iba a tener que leer más argumentos ridículos sobre las «fake geek girls», y ser sometida a extensos interrogatorios sobre cómics, videojuegos, sistemas operativos y la mar en coche, para demostrar que en efecto soy una geek genuina, con certificado de la Universidad de Garchford, que debe ser el único lugar donde deciden quién es tal o cual cosa.

    Por suerte, me dije a tiempo, BASTA CECILIA. Te hacés esto a vos misma todo el tiempo.

    En vez de disfrutar de las cosas buenas que puedo hacer (un video, un post, una publicidad, un calendario) y de leer a todas las personas que me apoyan y se divierten conmigo, pienso en los trolls. O en los que no llegan a ser trolls pero pecan de hablar demasiado sabiendo demasiado poco.

    ¿Y quién se perjudica? Nada más que yo, porque el mundo sigue girando, y sinceramente la opinión de desconocidos (o conocidos mala leche) a quienes no les importo, no tiene nada que aportar en mi vida. Y si hay cosas que criticar, seguramente vendrán también de boca de mis amigos, y de forma constructiva.

    Creo que un poco del impacto viene por esta frase que tengo en mi mente hace tiempo:

    En retrospectiva, dejé de hacer tantas cosas por miedo al qué dirán, o por querer complacer a todos, y al final eso me alejó de mis sueños.

    En esta época de etapas nuevas, no quiero que me pase más eso. Y esto es un muy buen primer paso.

    La revista sale la semana que viene «en todos los kioscos del país». Ahí van a poder verme, leerme, y después me dicen qué les pareció.