Categoría: Ceci

  • Una lágrima en el teléfono

    Hoy fue uno de esos pocos días en los que me senté a desayunar como corresponde, y mientras me tomaba mi té con leche vi en la tele esta publicidad de Personal que me hizo empatizar por completo.

    ¡Les juro que así estaba yo en diciembre del año pasado!

    Si bien los de la operadora argentina (lenguaje técnico, hábito de Gizmóvil) lo apuntan al día de la madre, ¿quién no pasó alguna vez por esa situación?

    Lo divertido es poder mirar atrás y reírse de uno mismo (y, con suerte, enorgullecerse de cómo atravesamos situaciones dolorosas).

    La sumo a mi lista de “publicidades que me gustan”.

  • Diálogos (III)

    Ayer, mientras nos preparábamos para rendir un parcial, le dije a Malu, una compañera: “Estuve pensando, y solo tenemos que pasar por esto 11 veces más hasta recibirnos”.

    “¡Dejá de hacer esas cuentas, vos, y ponete a estudiar!” me contestó.

    Ouch, cuánta verdad.

  • Inocencia perdida

    bala

    Cuando era chica, dejé el chupete en el chupetómetro de Carlitos Balá. Se lo lleve, lo dejé ahí y no lo quise nunca más. Era una de las anécdotas de mi infancia que más me gustaban. Solo que ¡¡nunca pasó!!

    Anoche en plena cena, mirando el regreso del chupetómetro en Justo a Tiempo, yo comento, como siempre (y como si mi familia no lo supiese) “Ay, yo dejé mi chupete en el chupetómetro”, hasta que mi mamá me dice “No.”

    “¿Cómo que no?” le respondí con cara de miedo.

    “No”, dijo madre, “Vos estabas mirando la tele y me preguntaste si le podías dar el chupete a Carlitos Balá, yo te dije que sí, y se lo tiraste a la tele. No lo quisiste nunca más”.

    ¿Cómo me dejaron creer eso durante, qué, 22 años? ¿Cómo no me corrigieron todas las veces que lo conté, convencida de que había pasado?

    Fue Papá Noel all over again. Desolada, me quedé mirando el plato de fideos como pidiéndole una explicación. Mientras tanto, mi hermana no dejaba de reírse mientras decía que se quería abrir una cuenta de Twitter para contar solamente eso. Próximamente, @hermana-maldita.

  • Las cosas que me gustan

    Las cosas buenas de la vida

    En una nube de palabras que hice hace mucho :)

  • Crónicas de Abril

    Advertencia: este post probablemente solo te interese si te dio curiosidad mi pedido de ayuda en Twitter. Si no, podés obviarlo que no se enoja nadie ;)

    Se suponía que lo iba a anunciar contenta y con todo listo, pero como es típico, muy típico con todo lo que tiene que ver conmigo y las computadoras, hubo que darle un par de vueltitas.

    Llega la compu nueva a casa, y pensé que no venía con ningún SO instalado. Con mi DVD de Windows 7 voy contenta y me encuentro con que no lo puedo instalar porque la partición no es NTFS. “No importa”, pienso. Me fijo que me marca que hay espacio ocupado, así que reinicio sin el DVD y para mi alegría me lleva a Ubuntu.

    ¡Vamos todavía! ¡Tengo SO! No tan rápido, muchacha. Me pidió username y password (la gente que lo instaló se olvidó del detalle de mandarme la información de login). Intento todas las opciones posibles, pero es imposible entrar a Ubuntu.

    Así que como siempre, vamos con la opción cabeza, en vez de matarme tratando de entrar a Ubuntu sin la info de login, descargo Gparted Live CD dispuesta a formatear todo.

    Logré bootear desde ahí, y le cambié el formato a la partición. ¡Éxito! Vuelvo a la instalación de Win7 y ahora puedo. Cuando ya esté en territorio conocido, haré un dual boot, pero vamos por pasos.

    ¿Por qué Abril? Les cuento en un rato :)

  • Las dicotomías

    Dicotomía

    Ayer me quejaba porque estaba tratando de escribir algo que vengo masticando hace muchos meses y no me salía bien. Pero gracias a una charla con @geekotic (sobre algo que no tenía que ver con este post), me di cuenta de una característica que tengo, algo completamente personal,  y que es la filosofía detrás del post que quería escribir originalmente. Y es que no creo en las dicotomías.

    Creo que si hay algo que me trajo problemas a lo largo de mi vida, es eso. Las cosas que muchos piensan que son incompatibles, yo trato de integrarlas. Tengo una tendencia muy natural a integrar.

    No creo en la dicotomía entre buenos y malos, santos y pecadores, inteligentes e ignorantes. Creo que la vida es demasiado compleja y rica como para pensar que solo hay blanco y negro.

    Creo que se puede ser un alumno de 10 y tener una vida social. Creo que se puede disfrutar de trivialidades y tener preocupaciones profundas al mismo tiempo. Creo que se puede ser amiga de los tragas y de los populares. Creo que se puede ser linda e inteligente (o fea y tonta). O madre, mujer, amiga, hija, amante, puta, dama, todo en una sola persona.

    Cuando limitamos nuestra mente a un estereotipo u otro (porque todos lo hacemos), estamos negando la complejidad de la vida, no aceptando que somos humanos, y como tales, somos capaces de mucho más.

    Yo quiero hacer todo lo que pueda para vivir en un mundo mejor, en muchos niveles distintos, y también quiero poder decir boludeces, porque ayuda a hallar un equilibrio. Quiero deleitarme con un cuento de Borges, fascinarme con sus metáforas e investigar sus referencias a la numerología, y también quiero mirar Gossip Girl cuando sale un capítulo nuevo. No quiero elegir, quiero integrar.

    Por supuesto, yo también tengo mis dicotomías y mis prejuicios, aunque trato de eliminarlos. Pero los tengo, porque soy humana, ni perfecta ni fallada. La propuesta es a dar un paso más adelante. Ni tesis, ni antítesis. Síntesis.

    No nos cerremos, no nos limitemos.  Ya es un buen momento para dejar el pensamiento lineal, abrazar el paradigma de la complejidad, ir por más, no por menos.

  • No dejes de respirar

    Respira

    Puede parecer una obviedad. Pero cuando todo parece estar mal, cuando no encuentro la fuerza, cuando siento que no puedo hacer nada y que en cualquier momento me derrumbo en un mar de lágrimas, lo que más me ayuda es simplemente eso.

    Respirar hondo, y mirar para arriba.

    <

    p align=»justify»>Foto: MiniID

  • Ladran, Sancho

    Durante la campaña de NO al impuestazo recibimos muchas críticas, pero no tanto hacia nuestra idea o lo que defendíamos, sino hacia nuestra forma de hacer las cosas.

    Gente sentada sin hacer demasiado, en contra del impuestazo, diciéndonos, a los que nos estábamos rompiendo el alma por hacer algo, que lo encaramos mal: que es muy superficial, que no sirve de nada, gente cuestionando nuestras intenciones (¡como si leyeran la mente!) o, lo más ridículo, dando a entender que por nuestra clase social (que tampoco conocen) no tenemos derecho a reclamar nada.

    Comentarios como “Y bueno, si quieren un iPhone, que lo paguen más caro” (comentario de alguien que, supongo, jamás trabajó, y que además no supo interpretar el mensaje). Incluso alguien me mandó un video de niños pasando hambre, acusando de superficial la campaña (yo hago algo por defender la educación de mi pueblo, lo invito a él a que me diga qué hace por el hambre del suyo, a ver si puede).

    Yo no soy publicista, ni política, ni sé nada de marketing, pero me parece que las fotos (divertidas, tontas, superficiales, como les quieran decir) lograron que el tema se ponga en boca de muchísima gente, a favor o en contra de nosotros, pero todos hablando del impuestazo. A veces hay que ir con algo más liviano o “fácil” para llegar. Textos kilométricos con números y datos, para bien o para mal, no llaman la atención. Y lo que queremos es que esto se sepa.

    Además de las fotos, que a tanta gente “ofendieron” pero que tan buen resultado dieron, estamos todos rompiéndonos el alma por lo que consideramos justo. Hay un blog que en pocos días y sin más apoyo que nuestra fuerza de voluntad movió muchísima gente.

    Mis compañeros se están reuniendo con medio país más o menos, dialogando, tratando de que el mensaje llegue a los que más pueden ayudar para frenar una ley que nos va a perjudicar a todos.

    Estamos marchando, y a veces me pregunto si todos los que hablaron por hablar, los que criticaron nuestros medios y nuestras ideas (muy cómodos, esperando que alguien más se encargue), van a poder relacionar que los mismos “boluditos” de las fotos son los que están moviendo cielo y tierra para defender a todos.

    Me conmueven, por ejemplo, las palabras de Milagros, quien aunque en un principio no le pareció la mejor forma de encarar las cosas, no salió a criticar destructivamente, y pudo captar lo que tanto me esfuerzo porque muchos entiendan: no tenemos la fórmula de cómo hacer perfectas las cosas, solo buena voluntad y mucha fuerza para seguir adelante, aprendemos sobre la marcha. Alguien tiene que hacerlo.

    Yo, por mi parte, tengo la enorme satisfacción de saber que, por lo menos una vez en mi vida, en vez de quedarme sentada esperando que alguien más resuelva los problemas que el gobierno nos impone, me moví e hice algo para defenderme. Dé resultado o no, es más de lo que muchos pueden decir.

    PD: La frase de “Ladran, Sancho” nunca fue escrita por Cervantes, ¿sabían?

  • Verborragia y ciclotimia (y post en consecuencia)

    Bipolar

    Estoy completamente ciclotímica hoy, por eso me pongo a escribir este post para no seguir molestando a mis queridos followers en Twitter. Y es que un rato estoy bajoneada y tengo que escaparle a las canciones románticas, y al siguiente incitando a todos a cantar canciones de rock argentino de los 90. ¿Estamos todos locos? No, solo yo.

    Hoy fue un día largo, pasaron muchas cosas pequeñas e insignificantes pero que me marcaron de alguna forma.

    Por ejemplo, a la mañana acompañé a mi papá (que es discapacitado visual) a hacer unos trámites, y me puse muy contenta por la forma en que la gente se ofrecía a dejarlo pasar primero, sin que se lo pidamos. Actos de solidaridad así me ponen muy contenta.

    Mientras tanto, me pude dar cuenta de lo asustada que está la gente con la gripe. En el banco obligan a la gente a hacer la fila afuera, para que no se acumule mucha gente adentro. Genial, o sea, o te enfermás contagiado o te enfermás por el frío. Las contradicciones de mi país, señores.

    Después fui hasta el bar de la facultad porque nos teníamos que juntar con una profesora, que movió la fecha y no me enteré. Y tomé frío.

    A la tarde fui a la doctora y es la mejor doctora del mundo, y eso me pone contenta.

    Más tarde, hice tiempo en Starbucks y me leyeron twittear lo aburrida y sensible que estaba. Por lo general me encanta tener mis ratos sola, pero hoy me aburrí bastante. Me pegó de alguna forma.

    De ahí a encontrarme con otro profesor (ese sí fue, por suerte), para coordinar las clases del cuatrimestre que viene, que voy a estar como ayudante de cátedra en el taller de tesina. Eso me puso de buen humor.

    En el viaje de vuelta el humor me cambiaba según la canción que me pasaba el iPod (lo tengo en modo shuffle todo el tiempo, así que tenía un humor aleatorio).

    Llegué a casa y estaba el libro de Taringa!, buen humor de nuevo.

    ¿Por qué les cuento esto? No tengo idea, necesité abrir WLW y escribir mi verborragia. Por lo menos no los bombardeé con esto en Twitter. Mi teoría es que las hormonas me están jugando una mala pasada. But then again, esa es mi excusa para el 75% de las cosas que me pasan.

    Foto de fr@ans.

  • Cuidado con lo que deseas…

    Deseo

    Estos últimos días estuve pensando un poco sobre las cosas que deseaba cuando era chica, y me di cuenta que muchas de esas cosas se me cumplieron.

    El problema es este: lo que deseaba cuando tenía 6 años no es necesariamente lo que me gustaría ahora en mi vida, y lo único que puedo hacer es reírme de la ironía.

    Cuando era chica, deseaba aventuras y romances de película, sin pensar que es mucho más divertido ser espectador que protagonista cuando las tramas se ponen bien anudadas. También me miraba sin cansarme al espejo, pensando cuándo me crecería el busto. Los que me conocen saben en qué terminó eso. De nuevo, la ironía.

    Son ejemplos pequeños y triviales, pero en el fondo, si trajeran a la Ceci de 6 años, creo que la vería sonreír feliz, y no me animaría a decirle “nena, no sabés en la que te estás metiendo”. Y una paradoja se empieza a formar en mi cabeza: aún cuando las cosas no salen como yo quería, me estoy saliendo con la mía.

    Penny Book

    Tampoco es todo tan malo. Cuando miraba en Inspector Gadget (sin tener idea de lo que era un gadget) me moría de ganas de tener un libro como el de Penny. De hecho, mientras mis amiguitas jugaban con las bandejas de telgopor a preparar la comida, yo les dibujaba botones y hacía de cuenta que eran mi súper-libro. Hoy, ando feliz con mi MSI blanca en la cartera, y no puedo dejar de pensar que si mi yo del ‘89 me viera, sería feliz.

    Como última nota, y a ver si estamos a tiempo de cambiar algo. Cuando era chica quería ser madre de quintillizos. Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, de verdad ya NO quiero eso. En serio, no. No, no, no, no, no, no.

    Foto de brunkfordbraun

    Imagen de Penny de este post que me encantó.