Categoría: Ceci

  • Una pequeña pregunta

    ¿Y por qué te importa tanto lo que piensen los demás? me preguntó Belén la semana pasada.

    Una pregunta simple, que me hice a mí misma y me han hecho otros innumerables veces. Pero esta vez hizo eco en algún lado.

    Y no digo que la opinión de los demás no sea importante, sería una necedad no escuchar a nadie. Pero me estoy cansando de ser tan tibia en algunas cosas, de no plantear mis ideas con la fuerza suficiente por no quedar mal con nadie.

  • Tormenta y calma

    En estas últimas semanas no estuve escribiendo mucho. Es que fue una de esas épocas de cambios, de esos que se sienten como tormentas que azotan tu vida y te dejan medio mareada sin saber para dónde seguir caminando.

    El cambio de trabajo fue más duro de lo que esperaba, el cambio de ambiente y tareas es bastante drástico, y aunque hoy ya me siento bien y contenta con el desafío que tengo por delante, las primeras semanas me sentí perdida como hacía mucho no me pasaba. Tuve mucho miedo.

    Para dar parte de vida, aquí estoy, aún en pie y descubriendo nuevos aspectos de mi trabajo y de mí misma. Y en la calma que viene después de la tormenta, una noticia que me da mucha felicidad.

    Me recibí.

  • La mañana después

    Despertarse con dolor en los pies, la voz algo afónica, los ojos rodeados de un aura negra –sacarse el maquillaje jamás se te cruzó por la cabeza cuando caíste rendida en la cama.

    La ropa tirada en el piso. Ese vestido que con tanto amor elegiste y tanto cuidaste para la fiesta, ahora está al lado de los zapatos, dado vuelta. Ya cumplió su propósito.

    La cabeza todavía te zumba un poco y a medida que tu mente comienza a despertarse, recordás por qué tu cuerpo te está pasando factura: porque anoche bailaste y cantaste y te divertiste hasta el agotamiento. Porque celebraste con todo el peso de esa palabra.

    Me encanta la mañana después de una gran noche.

    (Gracias a todos los que estuvieron ahí, a los que no pudieron llegar los espero el año que viene).

  • 2UP

    Hace más o menos un año, una noche marcaba el fin de una era en mi vida, y el principio de cosas nuevas y maravillosas.

    Más o menos un año después me encuentro afianzada, enfrentando nuevos desafíos, tratando de tomar las decisiones correctas y controlar mi ansiedad. Algunas personas se fueron de mi vida, dando oxígeno y lugar para que crezcan relaciones que me enriquecen cada día. Me llenan. Me hacen crecer como persona.

    A veces este camino de crecer es suave y placentero, otras veces es agotador y te deja tirada a la noche sin poder dormir.

    Pero en el fondo está la certeza de que lo bueno y lo malo solo me están guiando para seguir avanzando, encontrando mi camino. Y si me equivoco, un 2UP es todo lo que hace falta para retomar el camino (y tener un poquito extra por las dudas).

    Y eso es motivo de celebración.

    Party on.

  • El largo plazo también existe

    El burro de Buridan está a medio camino entre una pila de heno y un balde de agua. Mira de un lado al otro, tratando de decidir entre el heno y el agua. Sin poder tomar una decisión, eventualmente se cae y muere de hambre y sed. El burro no podía pensar en el futuro. Si hubiese podido, se hubiese dado cuenta que podría haber tomado el agua primero, y comido el heno después. Solo necesitaba previsión y paciencia.

    Hay días en los que me siento como ese burro. Me debato entre las cosas que quiero para mi vida y me paralizo, me frustro, me desespero. Quiero crecer laboralmente pero quiero tiempo libre, quiero dedicarme a mis proyectos pero me interesa desarrollarme en el servicio para otros. Siento que todo se me juega ahora mismo, y me olvido que existe también el mañana.

    Y es que aunque soy firme creyente de que uno tiene que perseguir sus sueños en el presente, últimamente me olvido que también existe (al menos muy probablemente) un mañana. Que todavía soy chica, que puede bien haber un momento para tomar agua, y otro para comer heno.

    Mi mantra de estos días: «hay un momento para todo»

  • ¡Momentos culminantes!

    On the road again ... / De nuevo en el camino ...

    A veces, en las publicidades de telenovelas, cuando estaban en un momento clave de la trama, el relator de Telefé le metía la exclamación ¡¡Momentos culminantes!!

    Esta semana creo que pasé de «todo como siempre» a «momentos culminantes» sin verlo venir, ¡no les puedo explicar los nervios que siento desde que entregué la tesina! Eso sumado a otras cuestiones que no vienen al caso hoy me tienen con bichos en la panza, que a veces se sienten como mariposas y a veces como Gremlins.

    Son esos momentos en los que sentís que mucho puede cambiar, o que tenés oportunidades, que querés empezar proyectos nuevos, o que es inminente el cierre de un ciclo…

    Días como hoy me siento presa de los nervios por un lado, y llena de energía y ganas de hacer cosas nuevas por otros.

    Por suerte hay algo muy bueno: estos momentos culminantes tienen ansiedad, pero nada de drama.

  • Cosecharás tu siembra

    Crops

    Soy colgada. No lo digo como algo bueno, no como algo de lo que me enorgullezca, ni siquiera en tono condescendiente. Si tuviera que remarcar un defecto de mí, es que soy colgada.

    Me olvido de llamar por teléfono a mis amigas, le cuento chistes a las mismas personas que me los contaron originalmente, y dejo pasar mucho tiempo antes de resolver temas importantes.

    Ahora me toca hacerme cargo de haberme colgado durante tanto tiempo con temas de la facultad, para finalmente poder tener mi título.

    Falta poco, pero mis acciones (o mejor dicho, omisiones) me pesan más que nunca.

    O quizás solo son los nervios.

  • Terror

    Weathered:  Paris, Idaho, 2 Cada tanto, en mi vida, me doy cuenta de que hay algo que me gusta desde hace mucho tiempo, aunque nunca lo haya pensado de ese modo.

    Me pasó con cosas muy triviales, como darme cuenta que cierto artista es uno de mis favoritos, y con cosas que me cambiaron la vida, como “hey, la verdad siempre me gustó la tecnología”.

    Hoy me di cuenta que siempre me gustó la literatura de terror. Es decir, más adulta siempre supe que Stephen King era uno de mis autores favoritos. Pero hoy me acordé que de chica me encantaban las historias de terror. Leía y releía los cuentos de la serie Socorro de Elsa Bornemann, y coleccionaba ejemplar tras ejemplar de R. L. Stine, tanto de la serie Fear Street como de los (a mi gusto, mejores) Escalofríos.

    ¿Alguna vez les pasó que de golpe reconozcan algo de ustedes mismos que estuvo presente toda su vida?

  • Temporada frío 2011

    Young girl on a bridge in Paris

    Y en este solemne acto doy por inaugurada la temporada frío 2011, garantizando las siguientes acciones diariamente:

    • Quejarme de que hace demasiado frío todas las mañanas
    • Sufrir que mi habitación esté más fría que el resto de la casa
    • Ponerme el ropero encima antes de salir a la calle…
    • …con la consecuencia de parecer el muñeco de Michelin…
    • …y durante algunas semanas tener que volver con todos esos abrigos en la mano porque a la tarde levanta la temperatura
    • Hacerme canelón con la sábanas y frazadas durante la noche
    • Empezar a prender velas en la habitación porque me hacen sentir más calorcito

    Peculiaridades de la temporada frío 2011:

    A diferencia de la temporada 2010, no voy a estar deseando que lleguen días más cálidos y voy a ser agradecida porque puedo combatir el frío con abrigos y frazadas. Después del verano infernal que pasé en el departamento nuevo sin aire acondicionado, un poco de frío no me va a hacer nada.

  • Frenemies, esas malas compañías

    El otro día me crucé accidentalmente con el concepto del Frenemy. En inglés, la palabra es una mezcla entre amigo y enemigo (se me ocurre en español «eneamigos»).

    El o la frenemy es ese «amigo» que en realidad te suele hacer sentir mal. Hace comentarios a tus espaldas, te hace cumplidos que en realidad son palos encubiertos, comentarios irónicos que luego jura que eran bromas, y por supuesto, jamás se hace cargo.

    Por lo general los frenemies son personas con las que tuvimos una buena relación, o pasamos buenos tiempos juntos, o que por haber querido mucho nos cuesta ver que en realidad buscan dañarnos más seguido de lo que no.

    La palabra me hizo pensar mucho, en mi vida tuve más frenemies de los que me gustaría admitir. Creo que ya lo dije alguna vez, me cuesta asumir cuándo una persona que fue importante para mí en realidad solo me está haciendo mal, y a propósito.

    Y aunque la personalidad de la frenemie me parezca de cuarta, siempre hay que hacerse cargo de lo propio. En cuestiones de amistad, cuando uno se deja pisotear por el otro, es porque le da lugar.

    Lo más sano, creo, es dejar ir a los frenemies. Cuando les cerrás la puerta te sentís mucho mejor, y tu vida se vuelve un poco más libre y auténtica.

    Pero no siempre es tan fácil, ¿no? Para mí definitivamente no lo es.

    ¿Les pasa a ustedes? ¿Cómo lidian con los o las frenemies?