Toda crisis implica un cambio brusco. Las mismas suelen ser evolutivas o accidentales, y frente a ellas hay dos opciones: asumirlas o evitarlas. Evitarlas es la tendencia más generalizada, porque el Yo quiere evitar el peligro, lo desconocido, lo indeterminado.
Pero cualquier tipo de crisis puede ser una Crisis Vital, cuando nos desprendemos de toda estructura previa, ponemos en duda todo de lo que los agarrábamos: suspendemos el yo, para acceder a una CC ampliada.
La realidad psíquica no es lo mismo que la realidad. Lo que vemos es subjetivo, la "realidad" está determinada por nuestras estructuras. El Yo proyecta y después "se compra" lo que proyectó.
En una crisis vital, se participa, no se es pasivo. Se duda de todo lo establecido, no hay certezas. Y hay que soportar la pérdida de la seguridad.
Así, se diferencia de una crisis narcisista, de un duelo (aunque lo incluye) o de una crisis social.
La crisis vital ES la pérdida momentánea de todo objeto. Una verdadera posibilidad de cambio, de la que el Yo resurge más sano.
El modelo lógico de la crisis vital se asemeja al del 1er año de vida.
1) El recién nacido no tiene noción de límites, no hay yo/ no-yo, adentro/afuera.
El sentimiento de ID lo sostiene la madre y la unidad simbiótica con ella. Hay un "cuerpo vivo", completamente sensorial. Así, el bebé se va orientando por participación, con ese grupo de sostén, dador de ID grupal.
2) Empieza a diferenciar adentro y afuera. El Yo va pudiendo un poco más. Es el primer atisbo de un mundo objetal, sobre el cual despliega ilusoriamente sus fantasías. Poco a poco, se da un proceso de individuación desde los sentidos. Es una proto-individuación narcisista.
3) Estructura del Edipo. Apertura a un tercer objeto, que lo abrirá a todos los demás. Se rompe el narcisismo y la ilusión de completud. Aparece el objeto, y por lo tanto, la frustración.
4) Constitución del aparato psíquico, con el pensamiento, la razón, la cultura y la posibilidad de pensarla. Es sensorial más racional.
Estos 4 puntos se re-editan en cualquier momento de crisis, y es el paralelo del "hombre saludable", aquel que puede prescindir momentáneamente del objeto, suspender al yo (o debilitarlo), y entrar en crisis para salir de una manera renovada.