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La experiencia de comer sin ver

La semana pasada tuve una de las experiencias más interesantes en mucho tiempo, una que me toca en lo personal pero que al mismo tiempo fue muy lindo poder compartir con otras personas –conocidos y desconocidos.

La gente de Poett Argentina me invitó a mí y un grupito reducido a almorzar en Gallito Ciego: un restaurante montado sobre un micro (autobús, para los lectores no-argentinos) que está llevado adelante por un equipo de gente ciega y en el cual se come completamente a oscuras.

Y cuando digo completamente es completamente.

gallito-ciego

Los que me leen desde hace tiempo sabrán que mi papá es discapacitado visual, así que no les será difícil imaginar que por un momento me pregunté si la experiencia no me resultaría angustiante. Para mi agradable sorpresa, no fue así.

Guiados por uno de los mozos, que nos llevó adentro del comedor «en trencito» e indicándonos que nos orientemos con el borde de la mesa y del gran banco, nos sentamos a la mesa. Yo quedé en la punta más lejana y tengo que admitir a oscuras la mesa parecía muchísimo más larga de lo que resultó ser cuando prendieron la luz.

Una vez que nos sentamos todos, tuvimos charlas amenas mientras con mucho cuidado nos iban sirviendo la comida. Estas son algunas de las cosas que experimenté:

  • Impresiona mucho la sensación de tener los ojos abiertos y no ver. No es para nada lo mismo que tenerlos vendados. Para una persona vidente, el cuerpo es como que no entiende qué está pasando.
  • A los pocos minutos sentía mi mirada completamente relajada.
  • Al estar en la oscuridad y saber que nadie me podía ver tampoco, mi cara también estaba completamente relajada.
  • Creo que debe haber sido la cara más auténtica que tuve en mi vida. Solamente lo que mis músculos faciales tenían ganas de hacer.
  • No nos dijeron qué es lo que íbamos a comer, así que lo tuvimos que adivinar por gusto y tacto. Eso hizo que disfrute mucho más la comida, porque al no poder entrarme «por los ojos», mi boca y nariz sintieron mucho más.
  • Todos los movimientos son mucho más lentos, el tacto se potencia.
  • El contacto de persona a persona se volvió mucho más cuidadoso, más «humano». Para pasarnos la jarra con agua teníamos que encontrarnos las manos, sentir que el otro la estuviese teniendo firme, ponernos de acuerdo para hacer el pase.
  • Mientras que al principio a todos nos dio mucha ansiedad estar sin vista, al final del almuerzo no queríamos que la experiencia termine, queríamos estar con la luz apagada un ratito más.

Por supuesto que con esto no estoy tratando de romantizar la ceguera ni mucho menos. Parte de haber disfrutado tanto la experiencia era, sin dudas, saber que era temporal.

Sin embargo, fue un aprendizaje muy fuerte en dos sentidos.

El primero es en entender un poco mejor las actitudes y movimientos de mi papá. Sí, a pesar de que él es discapacitado visual desde hace 14 años, las dos horas que estuve en Gallito Ciego me hicieron poder entenderlo de una forma que antes no había logrado. Quiero volver con mi papá, mi mamá y mi hermana, porque sería una experiencia muy enriquecedora para nosotros como familia.

La segunda es entender cómo los sentidos condicionan nuestro humor, nuestras formas de interactuar, de crear, y obviamente de vivir. Una verdad de Perogrullo si quieren, pero una cosa es decirlo y otra cosa es vivirlo, se los aseguro.

En principio los invito a hacer la experiencia de Gallito Ciego (el Teatro Ciego me dijeron que es muy bueno también) pero además –y en esto me incluyo– a buscar estimular más los otros sentidos en el día a día.

Una linda fragancia, ropa suave sentarse en silencio y detectar los sonidos que te rodean. Les aseguro que es una pausa muy necesaria de nuestra vorágine diaria en la cual nuestros sentidos funcionan en piloto automático.

Cierro con estos dos videos que la gente de Poett Argentina nos mostró.

En uno podrán ver qué pasa cuando le cuentan cuentos a dos grupos de chicos en dos ambientes bien diferentes. En el otro, cómo un grupo de artistas crea en diferentes condiciones de espacio.

Espero que los disfruten :)

La foto se la robé a @elenapaoloni, con quien tuve el gustazo de compartir la experiencia, junto con @maruluzar @leandroleunis @abulacio @jorchu @gmames y @trinidadromero entre otros.

Una respuesta a «La experiencia de comer sin ver»

Muy interesante la experiencia que has vivido, gracias por compartir.
Siempre hay algo nuevo para aprender!!!!!! Me encanta tu blog!!!!!

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